ARGENTINA NO FALLA. La selección albiceleste siempre es una de las fijas en las rondas finales de los campeonatos del Mundo. / REUTERS
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Perdura el viejo orden

Seis de las siete selecciones campeonas del mundo competirán en los cuartos de final; Portugal y la emergente Ucrania son las únicas invitadas a la fiesta de los clásicos

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Algo tendrá el agua cuando la bendicen. El sabio refranero popular puede aplicarse una vez más al fútbol, donde los grandes se mantienen entre los mejores y los eternos 'outsiders' como España siguen sin dar el salto a la élite. Nada nuevo. Salvo alguna excepción que siempre confirma la regla, la historia del fútbol es recurrente, reacia a los cambios, ajena a toda revolución. Más allá de la suerte, de los árbitros, de errores o aciertos puntuales, no será por casualidad que seis de los siete países que se han coronado campeones del mundo vayan a competir en los cuartos de final del certamen alemán. Sólo faltaría Uruguay, monarca universal en los lejanos 1930 y 1950, pero tan en decadencia que ni siquiera logró clasificarse en la zona sudamericana. Portugal, un equipo forjado por Felipao Scolari que mantiene idéntica estructura a la que hace dos años le condujo al subcampeonato europeo en casa, y la sorprendente Ucrania, que tras ser humillada por España reaccionó, levantó la cabeza y tuvo la fortuna de cruzarse ante Suiza, son los únicos invitados a la fiesta de los 'glamourosos', los tradicionales ganadores que saben competir por los trofeos. El combinado de Blokhin defiende el orgullo de los debutantes, ya que es el único que prosigue su andadura de los ocho que se estrenaron en este Mundial. Su modelo es Croacia, el mejor novato de los últimos cuarenta años, al alcanzar el tercer puesto en Francia'98. Sólo había ocurrido algo similar con la selección portuguesa de Eusebio en Inglaterra'66.

Tampoco se debe al azar que la mayoría de los clásicos supervivientes respondan a un estereotipo, a un estilo, a una idea del fútbol de toda la vida. La magia de Brasil; la Argentina 'canchera' que combina oficio y calidad; la Alemania física del rodillo; la Italia resultadista y defensiva; la clásica Inglaterra que mantiene la esencia de los inventores; y hasta la Portugal liderada por pocas pero grandes estrellas. Ucrania aburre a las ovejas, pero también tiene clarísimo que lo suyo es la defensa y la velocidad al contragolpe, y sólo Francia, ya envejecida, ha cambiado el perfil moderno y atrevido por el patrón conservador.

Universalización

De nuevo, la pentacampeona 'canarinha' y la bicampeona albiceleste son las únicas que pueden contra los europeos. Por más que a los dirigentes de la FIFA les interese proyectar la universalización del fútbol y su crecimiento, sobre todo en África y Asia, la realidad dicta que a la hora de la verdad siguen a años luz de los mejores. Sin Camerún, Nigeria, Senegal y Egipto en el Mundial, África no dio la talla. Sólo Ghana, que se coló en octavos de final, maquilló la debacle, si bien Brasil la dejó en el camino sin forzar la máquina. Desde 1986, este continente siempre metió un representante en octavos de final, pero jamás logró aumentar esa cuota.

Se esperaba algo más, no obstante, tras la demostración de Senegal hace cuatro años, cuando venció al campeón y candidato Francia en la apertura y luego avanzó hasta los cuartos de final. Para encontrar otro logro así habría que remontarse hasta Italia'90, donde el verdugo africano se llamó Camerún, que derrotó al defensor del título, Argentina, y de la mano de Roger Milla trepó hasta cuartos de final.

Fracaso con mayúsculas también el de los asiáticos, incapaces de seguir la estela de Corea del Sur, semifinalista con el hechicero Guus Hiddink en su Mundial. Esta vez, tanto esta selección como Arabia Saudí, Irán y Japón hicieron las maletas de regreso tras la primera ronda.

México salvó la cara para la Concacaf, al meterse en octavos y vender carísima su derrota ante Argentina, con ese golazo de Maxi Rodríguez en la prórroga; y Australia, el único representante de Oceanía, cumplió al alcanzar el primer cruce y caer víctima del español Medina Cantalejo ante Italia. La polémica arbitral también es tan vieja como el fútbol.