Inmigrantes hispanos marchan bajo una gran bandera de EE UU por Los Ángeles. / AP
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Los inmigrantes de EE UU aplacan su radicalidad hasta que el Senado vote la ley

La división del movimiento hispano sobre las medidas a tomar afectó a la huelga

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Están unidos en la causa de 'Legalizar, No Criminalizar', pero divididos en cuál es el camino para lograrlo. Eso fue lo que hizo fracasar el lunes el paro de inmigrantes hispanos convocado por aproximadamente la mitad de sus organizaciones, según observaron ayer lo periódicos estadounidenses, que no pudieron evitar sentir un escalofrío con el despertar del gigante dormido. El peligro del boicot económico sigue en el horizonte, sólo que los más prudentes prefieren dar una oportunidad al Senado para que escuche sus protestas pacíficas.

«Quedaros tranquilos, que si no logramos una ley con la que podamos vivir iremos a la huelga general y al boicot», prometió a sus miembros Jaime Contreras, presidente de la Coalición Nacional de Inmigrantes Capitales. En su opinión, la jornada del Primero de Mayo tenía que ser una demostración pacífica de fuerza numérica con el menor trastorno posible, convencido de que eso influirá en los legisladores para negociar una ley que excluya las propuestas de la ultraderecha. En particular la del congresista de Wisconsin James Sensenbrenner, que castiga penalmente a los ilegales y a quienes les asistan en modo alguno. La Cámara Baja aprobó su moción en diciembre pasado, y sólo la indecisión del Senado ha impedido que se convierta en ley.

El bastión del movimiento que lucha por influir en la mayor reforma migratoria que se haya hecho en EE UU en dos décadas es Los Ángeles, donde se produjo la primera manifestación el 25 de marzo pasado. El lunes, la movilización volvió a registrar el medio millón de manifestantes, y los organizadores incluso lo elevan a 600.000. Hubo, sin embargo, dos marchas, como en casi todas las ciudades del país: la de la mañana, compuesta por quienes habían dejado sus trabajos para protestar, y las de la tarde, convocada por los líderes que favorecen la estrategia de evitar acciones radicales para que no se crezcan los xenófobos.

Resultado positivo

En este lado del movimiento, el que triunfó el lunes, se encontraba el alcalde de Los Ángeles, Antonio Villaraigosa; el cardenal Roger Mahony y el diario 'Los Angeles Times', que ayer rezumaba satisfacción por un resultado que calificó de «abrumadoramente positivo». «La invisible fuerza laboral de Los Ángeles no emergió con espíritu de cólera o desafío, sino con orgullo y exuberancia», recogía en su editorial. «El tono y el nivel de las manifestaciones han tenido el saludable y correctivo beneficio de marginar a quienes relacionan la inmigración latina con el crimen, la falta de patriotismo, la amenaza a la seguridad y cualquier otra enfermedad bajo el sol». El diario más importante de California consideraba que el boicot habría sido visto como un chantaje económico, que inspiraría nuevas medidas para frenar su fuerza laboral.

Se calcula que 12 millones de inmigrantes viven ilegalmente en EE UU, además de otros 40 de hispanos que forman ya parte del país. En total, se estima que los hispanos suponen el 13% de la fuerza laboral, concentrada en torno a los sectores agrícolas, de construcción, hostelería, mantenimiento y producción.

Fueron éstos los que protagonizaron la huelga, con la inusual complicidad de las propias compañías que se juegan más que nadie en la reforma migratoria. Si pierden la mano de obra barata se verán obligados a subir los precios y perder en beneficios. A los puertos de Los Ángeles y Long Beach sólo acudieron el lunes el 10% de los camiones, algo que estaba bien calculado por los empresarios para evitar que afectase el largo plazo.

Eso explica que la marca American Apparel, que se ha hecho nombre promocionando ropa hecha en EE UU, diera el día libre a todos sus trabajadores. «No queremos poner a nuestros empleados en la disyuntiva de elegir entre su lealtad a la empresa y la lealtad a los suyos», explicó un portavoz. La empresa agrícola Greenfield incluso prestó las cosechadoras y tractores a sus «braceros» mexicanos para que los alinearan en la autopista 101 durante la protesta.

Pero fuera de Los Ángeles y Chicago, el resultado fue más que modesto. En Las Vegas, por ejemplo, apenas se manifestaron 10.000 personas, pese a que los casinos pusieron sus mesas de juego a disposición de los organizadores para recoger firmas. Fue ese inusual contubernio en la historia de las protestas laborales lo que permitió que el pacífico Día sin Inmigrantes consiguiese que diarios como 'The New York Times' le sacara ayer los colores al Congreso y exigiese que escuche sus demandas para integrarlos en el país al que ya pertenecen.