Editorial

Bolivia nacionaliza

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Cien días después de su elección como presidente de Bolivia y en plena jornada festiva del Día del Trabajo, el presidente Evo Morales ha decretado que el Estado «recupera el control absoluto» de los yacimientos de hidrocarburos y que las compañías explotadoras deben «enviar todos sus suministros a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos». Seis meses ha dado el presidente a las multinacionales para renegociar de nuevo sus contratos con el Gobierno.

Las reservas de gas y petróleo boliviano, como tales, siempre han sido patrimonio del país y es posible, incluso, que técnicamente no se llegue a la expropiación de las empresas extranjeras -a las que Morales siempre prometió que la recuperación del «control» no implicaría confiscación- pero la noticia no ha caído demasiado bien en los mercados, bastante más sensibles a las realidades tangibles y primeras lecturas que a sutiles estrategias de fondo, especialmente cuando detrás se puede intuir la mano de los regímenes de Caracas o La Habana. Las empresas afectadas, por el momento, han reaccionado con cautela -no les queda otro remedio- y han preferido no pronunciarse sobre el tono retórico con el que Evo Morales, en presencia de todo su Gobierno y tocado con el casco de un obrero del ramo, ha anunciado la medida en el campo petrolero de San Alberto.

Los seis meses que han empezado a contar para reordenar el sector y redefinir el papel de las compañías permitirán saber a qué atenerse, aunque para muchos analistas Bolivia acaba de comenzar a transitar la misma senda que en su momento tomó Venezuela. Evo Morales ha preferido oír los consejos de sus nuevos socios comerciales, Fidel Castro y Hugo Chávez, y olvidarse de las recomendaciones de los presidentes Lula da Silva y Néstor Kirchner, muy duchos en el trato con las multinacionales, indispensables para las labores de explotación, mantenimiento, formación técnica y comercialización de los ricos recursos naturales de estos países. Pero Bolivia parece preferir la aventura de una insensata carrera que acabará pasando una tremenda fractura a ese mismo pueblo al que el presidente Evo Morales decía querer devolver sus riquezas soberanas.