Revisan el interior de uno de los inmuebles de la calle Cruces. / M. A.
EL PUERTO

Un Barrio Alto que pasa por horas bajas

El desplome del muro de la vivienda de Cruces, 32 ha dejado a la vista una realidad social más grave

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El cuento de los tres cerditos en el que el malvado lobo tira una de las casas de una simple patada parece desgraciadamente haberse hecho realidad en el Barrio Alto. El último caso se ubica en la calle Cruces, 32 cuando las obras que se ejecutaban en el solar adyacente provocaron que se cayera parte del muro del inmueble.

Esto no es más que un ejemplo de la precaria situación en la que se encuentra gran parte de los viviendas de este barrio, que forma parte del casco histórico de la ciudad y contiene una riqueza patrimonial, que contrasta con la marginalidad que afecta a dicha zona de la localidad portuense.

Y es ahí donde reside el problema. Gran cantidad de gente adinerada que busca residencias antiguas para restaurarlas a su gusto, relega al olvido este barrio debido a las altas tasas de inseguridad existentes.

Éste es un dato con el que está de acuerdo la mayoría de los comerciantes y vecinos de este distrito. El principal peligro al que se enfrentan los vecinos son «los robos debido a los problemas de droga que hay en la barriada José Antonio», comenta Rocío, dependienta de una tienda de ultramarinos de la calle Cervantes.

Ella lleva toda su vida trabajando en este comercio y conoce bien los entresijos del barrio. «Esto ha estado mal desde siempre, pero de un tiempo a esta parte la cosa se ha puesto peor. De todos modos, esto va por rachas, a veces está mal y otras veces está muy mal», añade esta trabajadora.

De hecho, los problemas del distrito no residen en el estado de los inmuebles o la inseguridad de las calles. Son el resultado de una suma de factores que convierten este barrio en un caldo de cultivo para la marginalidad.

Los últimos estudios realizados por el Ayuntamiento con el fin de estudiar la realidad de la zona, muestran una gran cantidad de problemas estructurales de difícil solución. El informe apunta que «la población del barrio posee unos niveles de instrucción mínimos. El cincuenta por ciento no tiene ningún tipo de estudios o formación y el otro cuarenta por ciento posee tan solo algún tipo de formación».

Por otro lado, como bien indica Álvaro, camarero de una bodega en la calle Zarza: «cuanto más subes, peor está la situación del barrio y es que la barriada José Antonio es el epicentro de la mayoría de los incidentes». Además, añade que «gran parte de los comercios se ubican por la zona baja, mientras que por la zona alta hay una carencia de servicios de todo tipo, excepto un par de bares y tiendas».

El expediente municipal prosigue con las dificultades de la zona, entre las que destaca «el elevado índice de despoblamiento, la marginación social y la pobreza, la drogodependencia y venta de drogas, el deterioro medioambiental y de salubridad de las viviendas y la falta de espacios libres y de sociabilidad».

Álvaro cree que «se ha descuidado totalmente a la gente joven ya que estos no tienen ninguna oferta de ocio al carecer de un simple local donde reunirse o para hacer deporte».

De los datos del informe y del sentir de la gente de la calle se extraen varias conclusiones. La situación que vive actualmente el Barrio Alto portuense no es solamente un problema urbanístico, con viviendas en mal estado, sino que se trata de algo mucho más complejo, en el que la marginalidad y la pobreza van juntas de la mano.