OPINIÓN

Hoy es Lunes Santo

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Se nos hace tan efímera nuestra Semana Santa gaditana que a veces, cuando más cercanos estamos del inicio, ya empezamos a presagiar el omega de la fiesta.

El Domingo de Ramos es tan intenso que arranca de un plumazo gran parte de la ilusión de un cofrade, y en el preciso instante de la salida de la primera de las hermandades, se desgranan de un alarido toda la adrenalina que se aguanta durante todo un año. Aún así, tras el Domingo de Ramos, alcanzamos un Lunes Santo de deleite. Un Lunes Santo que despierta en el barrio de la viña con el inconfundible aroma del clavel de la Misericordia.

Amanece con el son musical de «Virgen de las Penas» que compusiera el Teniente Coronel Abel Moreno Gómez, para la Virgen titular de la hermandad de la Palma. Y en el grito ronco de una corneta que entona el Himno Nacional, se resume el sentido mas profundo de nuestras manifestaciones externas.

Cada calle, y cada plaza son testigos acérrimos del transitar de un cortejo de años y años. Si hablaran nuestras calles, cuanta gloria contarían. Cristo de la Misericordia, Arricruz, Pericón de Cádiz, la gloria encalada en sus fachadas históricas, eternizan el sonido y el olor distintivo. Una fragancia que se hace presente en la Plaza de San Francisco con el aire fresco que desprenden los naranjos en flor como ofrenda de Amor y Esperanza al pueblo de Cádiz. La plaza de San Francisco es un lugar cofrade porque así se convierte con el paso de nuestras corporaciones, en el regocijo de la tarde, cuando Jesús viste de blanco y carga con la cruz del gaditano y con la sobriedad de la noche que adormece la soledad de María al pie del auténtico Calvario que vio morir a Jesús, el martirio de la Vera Cruz.

En el Carmen, cuando aún huele a palmas doradas de las cuales aún quedan rastros por algún rincón del mentidero. Bendición de Dios y el propio Beato Fray Diego, hace patente el prendimiento de Jesús bajo un arbusto de promesas, que se esconde en la alborada pletórica de la Alameda. El Patrocinio de María es el único consuelo de un «Cadiz Cofrade». Que boquiabierto asiste a la Pasión muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.