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«Quizás no he rezado lo suficiente»

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En las calles de San Bernardo no hace falta estar muerto para sentirse un fantasma. Kilómetros de destrucción rodean a Enola Mercadel, que cumplirá 90 años en febrero. Quienes alquilaban no tienen razón para volver, pero para la anciana, su casa es todo lo que tenía en la vida.

Durante dos meses ha dormido en el coche de segunda mano que compró para volver a casa, ya que el suyo forma parte de los 250.000 en estado de chatarra abandonados en las calles. Tras salir en televisión el Gobierno le ha mandado una roulotte. Allí pasa los días y las noches, sostenida por la comida que a veces le trae la Cruz Roja, y las garrafas de agua de un sobrino lejano.

Se mueve con torpeza, pero ya ha logrado sacar uno a uno todos los escombros y objetos arruinados que había dentro de la casa. El resto del tiempo lo pasa rezando, convencida de que el Katrina respondía a la furia de Dios.

«Si no nos ponemos en bien con él puede destruir el mundo entero», advierte. Cuando se le pregunta qué puede haber hecho en su vida esta dulce y devota anciana que ha perdido a sus tres hijos de cáncer, vacila. «A lo mejor no he rezado lo suficiente». Y sobre las muchas vidas inocentes, «a veces la gente buena paga por la mala».