LA HOJA ROJA

A quién no le va a gustar

Este año nos vamos a enterar bien de que Roma no paga traidores, y de que Estrabón nunca se paseó por nuestras calles, pero supo describir la ciudad a la perfección

Yolanda Vallejo

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Los que acumulamos años, y horas consumidas de televisión, sabemos que Encarnita Rojas y sus hermanos, Josefina y Miguel, estaban tan orgullos del hallazgo de su abuelo Francisco Serrano -que iba arando con unos mulos, se dio con una piedra romana y se lo merecía ... todo, «qué bien merecido estaría»-, como nosotros de nuestra historia. Y es que ¿A quién no le va a gustar un baptisterio paleocristiano romano del siglo primero después de Cristo? Usted lo entiende, ¿verdad? Porque los que hemos heredado la tierra más antigua de Occidente sabemos que el orgullo no es solo una marca, sino que ha estado en nuestro ADN haciéndonos los huesos desde hace tres mil años. Dicho así, podría parecer una exageración –mejor, tómelo como una licencia poética- pero Cádiz no sería tan Cádiz sin las cicatrices que la historia nos ha ido dejando a su paso. Algunas, tan profundas, que siguen escociendo cuando cambian los vientos; otras, convertidas en arrugas de una piel curtida por los oleajes y las tormentas de la supervivencia. No, Cádiz no sería tan Cádiz si no se mirase en el espejo del pasado cada mañana. Y es por eso, por lo que estamos tan orgullosos de nuestra historia.

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