HOJA ROJA
Cádiz, de dulce
Cuando menos se lo espere, estamos con los Tosantos, la Navidad, el Carnaval y la Semana Santa. Ya podía Dios apiadarse un poco de nosotros, ¿no le parece?
A mí, usted lo sabe, siempre me han fascinado las declaraciones del eterno presidente y su visión sobre la ciudad. No sé si se acuerda –y si no, para eso están las hemerotecas- de aquella propuesta de meterle la piqueta a los edificios de los alrededores de las Puertas de Tierra «incluidos los de la policía y el de la Seguridad Social» para convertir aquella zona en una «especie de Torre de Pisa a lo local» y matar, así, dos pájaros de un tiro: la torre de Pisa arriba, y abajo el coliseo romano que, según la intuición arqueológica de De María, «estoy seguro que se encuentra allí debajo de los ladrillos», y podría convertirse «en un importante imán para atraer visitantes a la ciudad» para admirar las puertas de Tierra –no haré ningún comentario- y «tomarse un refresco frente al monumento». Y es que, ¿a quién no le va a gustar un coliseo romano? Una lástima, que nadie le hiciera caso en 2008. Lo que se ha perdido «Gades Romana», lo que se ha perdido nuestra ciudad.
Porque, a veces, hay que escuchar a la patronal de los hosteleros y porque, al fin y al cabo, son los que están a los mandos y los que tienen explicaciones –y soluciones- para todo. Que en julio ha bajado la ocupación hotelera, la culpa es del tiempo con «un calor terrible» que afectaba a los almuerzos y un viento de poniente «con noches más frescas», que importunaba a las cenas. En agosto, De María no era nada optimista –en su estado natural- y se quejaba de que un cuarenta por ciento de los locales de restauración habían experimentado una caída en las ventas, algo que yo no entiendo –los bares estaban llenos todos los días- tal vez porque no me dedico a la hostelería ni a la restauración ni tengo apartamentos turísticos. Por eso sigo atentamente cualquier declaración de Horeca, porque me habla de una ciudad en la que vivo pero que, al parecer, no conozco.
Ha dicho Antonio de María que «a Cádiz, y su provincia, las creó Dios para el turismo» y ahí, como usted comprenderá, me he tenido que rendir. Tantos siglos preguntándonos quién fundó Cádiz y para qué y resulta que teníamos la respuesta delante de nuestros ojos y no nos habíamos dado cuenta. No fueron ni los fenicios, ni los romanos, sino Dios mismo, que tenía un plan turístico para nuestra provincia desde el origen de los tiempos. Solo por esas declaraciones del presidente de Horeca doy por bueno todo lo demás. Le compro lo de las fiestas «de categoría, de carácter internacional» que hemos tenido en verano, le compro, incluso, que donde dijo digo, diga Diego: «ha ayudado mucho el buen clima y el poco viento que hemos tenido» –ya se la ha olvidado lo del calor y el relente- y le compro, por supuesto, la petición de aparcamientos, aunque no puedo estar de acuerdo en lo de entregarnos con los brazos en alto solo al turismo, al que De María quiere «ponerles una alfombra de plata» por si no es suficiente que ya seamos el felpudo de cruceristas y de visitantes.
Cádiz está «de dulce», el verano ha sido una fiesta continua –no tengo la menor duda-, y los bares han ganado muchísimo dinero en septiembre. Todo me parece estupendo, si es lo que quiere Dios, que para eso nos ha creado.
Por eso se agradece un fin de semana –y largo- sin nada que hacer. Salga a pasear, tírese en el sofá, descanse, vea alguna serie, arregle los armarios… que cuando menos se lo espere, estamos con los Tosantos, la Navidad, el Carnaval y la Semana Santa. Ya podía Dios apiadarse un poco de nosotros, ¿no le parece?
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