OPINIÓN

Brigada especial

Nadie puede –a día de hoy- negarle al alcalde lo de la dedicación, aunque la dejadez siga formando parte de nuestro paisaje casi setecientos días después del cambio municipal

Yolanda Vallejo

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Hace casi dos años Bruno García hacía balance de sus cien días al frente del Ayuntamiento de la ciudad, y lo hacía en el parque Genovés, «un sitio simbólico», decía, que iba a servir de ejemplo del cambio que había prometido en su programa electoral. « ... Hemos pasado de la dejadez a la dedicación», afirmaba entonces sacando pecho de lo que habían conseguido en apenas tres meses. Nadie puede –a día de hoy- negarle al alcalde lo de la dedicación, aunque la dejadez siga formando parte de nuestro paisaje casi setecientos días después del cambio municipal. El parque Genovés sigue siendo un sitio simbólico, usted y yo lo sabemos, más bien una metáfora de lo que somos, de lo que fuimos y de lo que podríamos ser. Jardines secos, mal cuidados, una verja herrumbrosa y rota, bancos descarnados de un suelo que hace años abandonó el escenario y un teatro –se llame como se llame, que no quiero pensar en otra polémica por el nombre cuando se lo pongan- abandonado, que nadie se atreve a terminar. Porque «el sitio más maravilloso del mundo», ese que el alcalde decía hace apenas un mes, que iba a convertirse «en un símbolo del actual equipo de Gobierno» sigue esperando la voz que le diga levántate y anda. Sin teatro, ni cerramiento, y con una pérgola ruinosa y oxidada cubriéndole toda la espalda, el parque Genovés no es, precisamente, nuestra mejor tarjeta de visita.

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