Julio

En aquel julio tendrían que pensar mucho de los que se ponen a jugar a romper España

Federico García Lorca ABC
Antonio García Barbeito

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Hay quien sostiene que a Federico García Lorca lo mataron, de rebote, las balas que mataron a Calvo Sotelo. La noticia de aquel asesinato del político llenó de miedo —de pánico— al poeta, y eso decidió, en buena parte, que Lorca tomara un tren de Madrid a Granada, para celebrar su santo, el 18 de julio, sí, pero también para estar más cerca de los suyos, niño asustado de los tiros y del horror de una España que si ya estaba rota por muchos sitios, aquellos tiros al político terminaron de romper, espantoso terremoto de la maldita guerra civil.

Federico viajó a Granada para celebrar su santo en familia, sí, pero no sabemos si hubiese decidido lo mismo si no asesinan a Calvo Sotelo. Julio se ató un pañuelo de sangre a la cintura y toda la ropa del verano se empapó de sangre, todo fue sangre. El miedo le sacó billete de tren a aquel muchacho asustado, mientras a Franco le preparaban el «Dragon Rapide». Tren y avión, dos medios de transporte que, en aquel julio, tuvieron un destino cuyas consecuencias nadie podía imaginar. Si Federico pensó que en Granada estaría su mejor refugio de la locura del 36, Franco quizá pensó que una intervención a tiempo evitaría mucha tragedia. No lo sabemos, porque si es previsible que un viaje en tren acabe en un andén de besos y bienvenidas, en el caso del vuelo del general quizá había en la atmósfera muchas visibles nubes de sangre fratricida. Un espanto. El vuelo del «Dragon Rapide» fue un vuelo del primer avión de la guerra, y si no hubiese sido por aire, hubiese sido por mar, o por tierra, pero la decisión de intervenir en aquella España de locura estaba ya tomada. Otra cosa fue el tren de Federico. El mismo tren pudo haber hecho el trayecto sin llevar de viajero al poeta, y posiblemente éste hubiese salvado la vida si se queda entre sus amigos de Madrid. Granada era un universo muy pequeño para pasar inadvertido. Y para el poeta no hubo escapatoria posible. Julio fue muy sangriento; las calles se llenaron de tiros y España empezó a ser un cementerio abierto que tenía desenterrados a sus muertos. Un espanto. En aquel julio tendrían que pensar mucho de los que se ponen a jugar a romper España, muchos de los que, como si de una broma se tratara, desprecian, insultan, provocan o amenazan a españoles en paz, sin pensar en que siempre hay alguien que no aguanta tanto y toma decisiones que resultan muy dolorosas. Ochenta y dos años más tarde de que empezara el infierno de la guerra civil, el miedo, sin saber qué hacer, oye ruido de motores y pide que, en el aire como en la tierra, haya paz. Si van a ser como aquellos, ni trenes, ni aviones.

antoniogbarbeito@gmail.com

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