OPINIÓN

Esta semana me siento distópica

Si no me dan un transporte público de calidad y no me dejan usar mi coche en según qué circunstancias, ¿no me están limitando mi libertad de circulación?

Patricia Gallardo

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La elección de tan extraño título se debe a un cúmulo de inputs que me han llegado esta semana: noticias sobre más accidentes de trenes, algún vídeo sobre la vida en Corea del Norte y la lectura de algunos artículos de la Constitución que tuve ... que leer para un trabajillo, unido a la temática de mi artículo de la semana pasada, pues eso, han dado pie a ese sentimiento, que me diréis que tiene qué ver todas estas cosas entre sí, bueno pues ahora os lo explico. La semana pasada dije que el concepto de la ciudad de los quince minutos me parecía bien siempre y cuando pudiéramos ir a donde quisiéramos más allá de los quince minutos, algo que por supuesto avala la Constitución en el art. 19 sobre la libertad de circulación y residencia: «Los españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el territorio nacional…» por lo que hasta ahí de lujo. Pero uno de los objetivos principales de este sistema urbanístico es que se reduzca el impacto medioambiental, por lo que limitan el uso del transporte particular en favor del transporte público y ahí entran las averías e incidentes del tren, por ejemplo, luego yo me pregunto: si no me dan un transporte público de calidad y no me dejan usar mi coche en según qué circunstancias, ¿no me están limitando mi libertad de circulación? Ojo prohibirla obviamente no la están prohibiendo, pero casi, porque sin medios de transporte público en condiciones, ya vamos a tener que tomar el famoso camino de San Fernando: «Un ratito a pie y otro caminando». Que sí, que sé que me estoy yendo por la tremenda, pero mira Corea del Norte en pleno siglo XXI donde los habitantes tienen que pedir permiso al gobierno para moverse por su propio territorio y las carreteras están desiertas, como ya dije en mi artículo el Cuento de la Afgana las distopias «son ficción, pero pueden pasar». Por supuesto estamos en un estado de derecho, nuestras leyes no prohíben, solo regulan. Esta semana me siento distópica.

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