opinión

La rotonda del Grinch: ¿Reciclaje mal entendido?

«El problema viene cuando ese arte es pagado con el erario público, en este caso municipal, porque ya afecta al ciudadano en cuestión»

Patricia Gallardo

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Hace un par de días que me llegó la noticia que habían hecho un intento de decoración de navidad con material reciclado en una rotonda a la entrada de Puerto Real, lo que en un principio era una idea muy buena, quedó en agua de borrajas cuando el resultado final de dicha decoración no fue del agrado de los habitantes del municipio, precisamente, ni de los que vieron al foto a posteriori en las distintas redes, en vista de los comentarios que en ellas se hicieron.

Personalmente tampoco me gustó, no quiero desmerecer el esfuerzo ni el trabajo de nadie, esa no es la cuestión, pero como en todas las obras expuestas al público, éstas están comprometidas con la opinión ajena (a mí tampoco me gustan los haters sobre mis novelas, pero entiendo que la crítica es un derecho y una obligación del que aquel que tiene opinión sobre lo que lanzas al mundo). Soy fiel defensora del reciclar y reutilizar, pero con criterio, de hecho es algo que se ha hecho en todas las casas de clase media y media baja toda la vida.

Mi abuelo materno era un fiel ejemplo de ello, aún recuerdo cuando me hizo una Bota Botilde con un «gargajillo» de playa rojo (para las nuevas generaciones una Bota Botilde era un juguete que consistía en un aro con una varilla y al final de la varilla la Bota Botillde, mascota del programa Un, dos, tres el cual te enganchabas al tobillo y hacías girar para saltar por encima sobre el otro pie, sí, aunque parezca mentira los de mi generación tenemos todos los piños en sus sitio), un taca taca para mi hermano aprendiera a andar y reutilizó el chasis de una bicicleta que encontró en un «contáiner», que pintó de dorado y con la que aprendí a montar por cierto.

Mi abuela materna, madre de siete hijos, cuando llegaba a la mitad, le daba la vuelta a la tela del abrigo de turno y para la siguiente tanda. Una señora para la que le trabajaba mi madre aprovechaba las suelas de las zapatillas viejas para hacerlas nuevas a crochet. Yo he heredado ropa de vecinos, primos, etc. Con esto quiero decir que reutilizar es bueno, y que normalmente cuando reciclas algo suele ser para hacer algo igual o incluso mejor.

Lo peliagudo del reciclaje es cuando se aplica al arte, a ver si me explico: cuando una artista quiere reciclar algo y crear una obra, y la expone tal cual no pasa nada, puede gustar o no (me refiero a obras más o menos abstractas) impactar en mayor o menor medida, si no ahí tenemos el ejemplo del museo de arte moderno Tate Modern en Londres, que a excepción de dos o tres pinturas y «esculturas», me pareció todo súper raro, ahí venció mi lado clásico en el mundo del arte, (y el de mi marido, menudas risas me eché con sus comentarios), en fin el arte por el arte.

El problema viene cuando ese arte es pagado con el erario público, en este caso municipal, porque ya afecta al ciudadano en cuestión y puede determinar en qué lado de la balanza colocar el adorno de la rotonda, si en el del arte del reciclaje bien entendido o en el de la basura disfrazada.

Y para este caso, parece que la balanza se inclina por esto último, por lo que el adorno ha sido retirado. Vuelvo a repetir, la idea ha sido muy buena, lástima que el resultado haya sido tan desacertado, al menos para la mayoría de los que se han pronunciado, que está claro que habrá gente que le guste, si no acordaros de aquellos Reyes Magos low cost de hace unos años en Madrid, que también tuvieron su controversia. Con los cambios en las tradiciones hay que tener tiento.

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