OPINIÓN
Gente de campo
Cada vez más agricultores, ganaderos, pescadores, en general todo el sector primario, se encuentran con más pegas legales, tasas de autónomos, impuestos sobre productos, transporte, etc.
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Iniciar sesiónAunque yo soy citadina de los pies a la cabeza y las plantas en general se me resisten, siempre me ha gustado el campo, el de pasear y el campo sembrado, el dominio de los agricultores vaya. Y alguna vez, más con ilusión que con ... maña, he recogido uvas, tomates, naranjas y aceitunas en pequeñas huertas familiares, empapándome de la sabiduría ancestral que dan los años de experiencia, tanto buenas como malas. Siempre recordaré aquello que decía el marido de mi madre, que era de Medina y de la tierra sabía un rato, «el garbanzo se siembra en marzo, pero que no vea marzo» y cosas por el estilo que me hacían sentir en cierto modo ignorante. La gente de campo está hecha de una pasta especial, cuidan de su entorno de manera innata para aprovechar todos los recursos posibles, siendo eficaces y eficientes en su área de labor y esto, en un país como España donde la agricultura ha sido un pilar fundamental de la economía durante siglos, no por nada es un país fértil, debería estar mimado y cuidado, poniendo el valor nuestro producto nacional. En lugar de ello, cada vez más agricultores, ganaderos, pescadores, en general todo el sector primario, se encuentran con más pegas legales, tasas de autónomos, impuestos sobre productos, transporte, etc., que dificultan sacar a flote sus explotaciones, llegando a extremos tan dramáticos como el caso de David Lafoz, descanse en paz, quien fue uno de los rostros más visibles del movimiento agrario en Aragón durante una protesta masiva de agricultores. Su imagen frente a la Aljafería, al grito de «¡Salvemos al campo!», se convirtió en un símbolo de resistencia ante lo que muchos consideran como una «persecución institucional». David demostró su agotamiento físico y emocional en su último mensaje de Instagram: «No aguanto más inspecciones de Hacienda o Trabajo. No aguanto trabajar 18 horas para no vivir.» Me duele el corazón por la pérdida de un joven trabajador de veintisiete años, por la pérdida de un buen hombre de campo.
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