Opinión

Trasteros

«Llegados a este punto, nuestra ambición de poseer, solo nos deja dos caminos: comprar y comprar trasteros parar acumular más trastos, o sencillamente, tirarlos al contenedor de basura»

Nico Montero

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En los últimos años se está produciendo una proliferación de trasteros sorprendente y espectacular. Tan solo en mi calle, en los últimos meses, tres locales comerciales, entre ellos la añeja Ferretería Cádiz, han cerrado tristemente sus puertas para convertirse en trasteros. Lo que en su día fue foco de vida y tránsito de gente, ahora reconstruido como cubículos, oscuros barracones de almacenamiento, que se disponen como celdas carcelarias y se distribuyen a uno y otro lado de un largo pasillo con una milimétrica zonificación para aprovechar todo el espacio posible. El último episodio en mi barrio, el gimnasio, que ha dejado de ser un espacio dinamizador de movimiento y confluencia de energías, para convertirse en un panteón de inmóviles e inertes objetos.

Es francamente penoso ver como tu barrio pierde su vida, y se van diluyendo la variedad y riqueza de los pequeños y entrañables comercios. Es triste ver como se esfuman los diferentes servicios y se malogra la oportunidad de interconectar a los vecinos en la confluencia de estos lugares de encuentro cotidiano.

Sin duda alguna, la destrucción del pequeño comercio está detrás de esta plaga trasteril, que no es más que un plan b para que los propietarios de locales puedan salvar los muebles en tiempos de crisis e incertidumbre. Una solución rápida y sencilla, para dar cerrojazo, nunca mejor dicho, a las dificultades del panorama económico.

Seguirán multiplicándose más que los Gremlins al contacto con el agua, porque nuestra obsesión por acaparar no tiene límites ni fin. Cuando se consume más de lo que se necesita, cuando se compra más de lo que se requiere, nos falta espacio y los hogares se quedan pequeños para dar cabida a los numerosos excedentes, a esos mares y océanos de cosas, con las que pretendemos llenar nuestra vida y sacarla de los vacíos que nos asustan. Detrás de un coche fúnebre, jamás verás un camión de mudanzas. No nos llevamos nada de nada, pero ¡cuánto nos gusta amasar y atesorar!

Y justo en este momento, cuando estas letras ven la luz, es viernes 6 de enero, y celebramos el esperado día de los Reyes Magos. Mientras el periódico se abre paso en las papelerías y va desplegándose en su formato digital, muchas familias se habrán despertado ya con la ilusión de abrir los regalos que sus majestades hayan tenido a bien concederles. Ojalá los magos de Oriente hayan acertado y los presentes sean lo que necesitamos, o lo que queremos, o lo que nos sirve. De lo contrario, más madera, más carne de trastero, kilos de cosas que amontonaremos, o en el peor de los casos, tiraremos con la rapidez de un pestañeo. Si, porque además del mal hábito de acumular, tenemos aún uno peor, el de tirar las cosas con suma facilidad. Somos extraordinarios generadores de basura, y ni los alimentos escapan a esa escabechina. El 6 de enero, los grandes vertederos se llenarán de toneladas de objetos que tiraremos ese mismo día, en cuanto recibamos sus nuevos sustitutos en forma regalo.

Llegados a este punto, nuestra ambición de poseer, solo nos deja dos caminos: comprar y comprar trasteros parar acumular más trastos, o sencillamente, tirarlos al contenedor de basura. Por ello, se hace urgente, armarnos de mesura y sentido común. La compra responsable y sensata, además de ser saludable para nuestra mente y nuestro bolsillo, es una importante herramienta para cuidar nuestro medio, evitando el despilfarro y la generación de agentes contaminantes. A su vez, es un acto de solidaridad y de responsabilidad con quienes no tienen acceso a tantas oportunidades. Hay que articular otras actitudes como, por ejemplo, la donación de lo que ya no usamos, el reciclaje de lo que aún puede ser útil, la reutilización para otros fines, el intercambio, el comercio justo… Y sobre todo, liberarse del mantra falaz de creer que tener más es ser más. Recuerda, no nos llevamos nada. Feliz día de Reyes.

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