OPINIÓN

A Dios, a la Patria y al Rey

En un entorno donde cualquier comentario o acción puede ser malinterpretado o utilizado para atacar a alguien, es comprensible que algunos grupos opten por jugar sobre seguro

Nandi Migueles

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Los preparativos para el concurso de agrupaciones ya están en marcha, los boletines de inscripción, la fianza y demás hacen que todo empiece a rodar como cada año. Todo parece que irá sobre ruedas y pocos cambios o de poca índole se esperan para el venidero certamen.

Sin embargo, en los últimos años observamos en el apartado de los repertorios, una tendencia que parece preocupante. Algunos grupos participantes e incluso de la élite, optan por no «mojarse» en sus letras, evitando cualquier contenido que pueda ser considerado polémico o controvertido.

Me pregunto el por qué están renunciando a su libertad creativa y a la esencia misma del carnaval. ¿Será tal vez el miedo a no coincidir con la ideología del jurado o simplemente una falta de valentía para abordar temas difíciles?

Muchas letras inocuas son las que se llevan ahora, temas globales como la amistad, la solidaridad o el hambre en Somalia.

El carnaval de Cádiz siempre ha sido crítica social y política, con mucha sátira e ironía. Los grupos han sido siempre los que han puesto el dedo en la llaga, eran los denunciantes de injusticias y los que hacían reír con sus ocurrencias y sarcasmos. Pero parece que esto está cambiando.

Algunos argumentan que el miedo a no coincidir con la ideología del jurado es lo que lleva a autocensurarse. Temen que, si sus letras o temas no se ajustan a lo que el jurado considera «políticamente correcto» no serán puntuados a nivel de su calidad real porque su repertorio no armoniza con el pensamiento político, religioso, social o de generación con algún vocal o presidente. Podría convertirse en un problema grave, porque la libertad de expresión y la creatividad son fundamentales para el arte y la cultura.

Otros argumentan que la falta de libertad creativa es el resultado de una sociedad cada vez más polarizada y sensible. En un entorno donde cualquier comentario o acción puede ser malinterpretado o utilizado para atacar a alguien, es comprensible que algunos grupos opten por jugar sobre seguro.

Sin embargo, esto no justifica la falta de valentía y creatividad en las letras. El carnaval es un espacio para la crítica, la sátira y la ironía, y sin estos elementos, pierde su esencia y su valor. Esta tendencia a no «mojarse» con realidad en sus letras y temas es un problema que debe ser abordado.

Las excepciones son las que confirman la regla y en este caso, para ser justos, cabría destacar a algunos autores/as con los que se podría contar para asaltar la Bastilla: Marta Ortiz, Jona, Selu, Ares, Nene Cheza, Gago, Tomate, Bienvenido, Remolino y algún que otro más. Los autores debemos ser capaces de abordar temas difíciles y controvertidos sin temor a represalias o censura, y el jurado debe ser capaz de evaluar sus obras de manera justa y objetiva. Solo así podremos recuperar la esencia y el valor de nuestro carnaval. Como ejemplo el año pasado creo que solo unas cuantas letras fueron dedicadas al consistorio y en cambio hubo cientos hacia el meta carnaval y a la guerra de Ucrania.

El avance en el mundo de la ultraderecha está sacudiendo todos los ámbitos de nuestra sociedad, esperemos que no intervengan en un futuro sobre nuestro carnaval y en la formación de los jurados, con ellos solamente podríamos escribir letras de piropo al reflejo de la luna en la Caleta, alabando a Dios, ensalzando a la Patria o rindiendo pleitesía al Rey.

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