OPINIÓN
Cónclave incierto
Esperemos que no se retrasen mucho en dejar asentadas las bases y pilares para un concurso tan maleable y dúctil como éste
Este miércoles llega el cónclave, esa reunión que celebra el Colegio Cardenalicio de la Iglesia católica para elegir a un nuevo Papa, el obispo de Roma. En la era moderna suelen durar entre dos y siete días, aunque en el siglo XIII hubo uno que ... se demoró tres años. Esperemos que el cónclave del ayuntamiento y su delegación de Fiestas no se asemeje a este último en la duración de su decisión.
Me estoy refiriendo a las nuevas normas de participación, elección de jurado, puntuaciones, fases y formato del concurso de agrupaciones que va a proponer nuestra delegación de Fiestas después de haber tomado el pulso a las tropecientas mil asociaciones y colectivos relacionados con el concurso y su funcionamiento. Muchos estamos expectantes por saber el designio que nos deparará el futuro de nuestro popular certamen, porque de ello dependerá si decidimos participar o no. Esperemos que no se retrasen mucho en dejar asentadas las bases y pilares para un concurso tan maleable y dúctil como éste.
Durante muchas décadas se ha ido amoldando a las diferentes circunstancias que iban apareciendo. Cada organizador en su caso, o sea, los autores, la fundación o el ayuntamiento de izquierdas o de derechas daba igual, iba cambiando normas y fechas según les venía bien para solucionar el problema de ese año en cuestión. Ninguno pensó en el futuro. Todos querían salir airosos de su pertinente organización, pero ninguno asentó unas bases, organización, calendario y demás para que fuera válido durante muchos años. Aun sabiendo que es difícil prever el número de grupos que se inscriban cada año y que ese es el principal problema de todos, creo que ninguno de los anteriores ha cogido el toro por los cuernos para solucionar este problema para al menos una década. No sé si porque no han querido salirse del tiesto, por miedo a la opinión pública o porque no sabían cómo hacerlo. Las actualizaciones son necesarias al igual que las aplicaciones modernas de hoy día, pero una cosa es actualizarse y otra muy diferente es poner un parche tras otro a la espera que pueda reventar todo.
La solución no puede contentar a todos, esa premisa la deberían de tener en cuenta al tomar decisiones. Hay que mirar al presente, cuidando el pasado, pero sin perder de vista el futuro. Necesitamos una decisión valiente en algunos casos e incluso antipopulares en otros, pero estoy seguro que en unos años se irán aceptando como normales.
Recuerdo algunos de esos cambios que parecían despropósitos como la duración de la actuación que se estableció en un máximo de treinta minutos, sin tiempos específicos para presentación y popurrí, que eran de tres y ocho minutos respectivamente. La gente protestó mucho, porque habría alguno que se sería capaz de hacer presentaciones de cinco minutos y un popurrí de quince minutos, eso no ha pasado. O esa otra norma que ya permite los cambios de componentes, muchos pensaban que las agrupaciones llevarían un excesivo número de integrantes a modo de refuerzos como las cuadrillas de cargadores en los pasos, tampoco ha ocurrido, los grupos llevan dos o tres recambios a lo más. Alguno se echó las manos a la cabeza cuando se permitió la posibilidad de repetir nombres, cuando realmente no ha ocasionado ni un paso atrás.
Esperemos que el cónclave carnavalesco dure lo justo, sin mucha dilatación en el tiempo, pero sobre todo que tengamos un «Papa» renovado y consecuente para muchas décadas.