PERSPECTIVAS
El triunfo de la normalidad
El mayor éxito de Juanma Moreno es no haber renunciado a ser él mismo para convertirse en el líder que ahora mismo es
Hace unos días, una persona con buena capacidad de análisis sintetizó la política actual como una «época de personajes». Así es. Muchos pueden deducir, mirando alrededor, que para tener relevancia política actualmente lo prioritario es hacer de la estridencia tu principal seña. Una reflexión que, ... en el fondo, es contraria al sentido de existencia de esta actividad, donde el protagonista debería ser la persona para la que se gobierna, no quien tiene el cargo.
La falta de ese carácter polémico, a veces irreverente o agresivo, es lo que, en un principio, algunos «gurús» achacaban a Juanma Moreno cuando llegó a la presidencia del PP andaluz. Había quienes decían - textualmente - que, a pesar de ser amable, era «gris y demasiado educado». Otros afirmaban que no aportaba «nada nuevo» al continuar con la estética clásica del PP de Andalucía. Por tanto, no era suficiente para vencer al socialismo en esta tierra. Evidentemente, se equivocaban.
Años después, esta persona gobierna la comunidad más poblada de España con un amplio apoyo y con altísima capilaridad en todos los sectores y edades. Una persona que, junto a su equipo, han conseguido en 7 años que esta tierra se despoje de muchos de los lastres que no la dejaban despegar.
Y, aunque quede mucho por hacer y, aunque sea evidente que Andalucía ha cambiado a mejor en muchas cosas, el mayor éxito de Juanma Moreno es no haber renunciado a ser él mismo para convertirse en el líder que ahora mismo es. Aunque el tiempo, como es evidente, a todos nos matiza; su serenidad, su normalidad y su sentido común, no han variado. Simplemente, perseverando, ha logrado que éstas características que, en su momento, eran vistas como debilidades, se conviertan en sus mayores fortalezas. Eso, sin duda, es liderazgo.
Pero, también, es un mensaje para quienes piensan que la única manera posible de llamar la atención del electorado es a través del choque frontal. Es un capotazo al «cainismo político» que, por mucho que lo ataque, no consigue alterar su camino. Esa visión optimista de la vida que él proyecta, a pesar de las piedras del camino, es puramente andaluza, es muy «mediterránea»; pero es, en esencia, verdaderamente «ibérica».
Si algo debería exportar Andalucía al resto de España, en estos momentos, es el deseo de una política en la que triunfe la normalidad, la educación, la cordialidad y que la prioridad sea mejorar la vida de las personas. Exportar el deseo de pasar página de personajes forzados que habitan en redes sociales u otros lugares pero que, sobre todo, están en los pasillos del Palacio de la Moncloa y los ministerios.
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