Perspectivas
La paciencia
El verano se ha convertido en el tiempo donde más y mejor podemos entrenar este don, muy útil para vivir nuestra vida con más calma
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Iniciar sesiónYa en pleno agosto, los algoritmos de los que hablábamos en la columna anterior, provocan que aparezcan frecuentemente publicaciones en RRSS de personas disfrutando del verano y de sus vacaciones. Nos aparecen, a veces, pequeños vídeos o, incluso, artículos de opinión, hablando, también, de ... lo negativo y de que el fenómeno turístico y el ocio se han desbordado.
Vayamos donde vayamos hay gente: en nuestra propia localidad, en la playa de referencia desde que éramos pequeños, en un pueblo de la Meseta, en Italia o en la costa de China. Muchos, en broma, hablan de que viajar en verano se ha convertido en algo de mal gusto y en un generador de estrés. Colas, colas y más colas.
Un estado de «ansiedad» desbordado por reservar en un restaurante determinado, por poner la sombrilla en una playa del Levante, por poder aparcar o cumplir un planning. Ansiedad por buscar la foto que muestre una vida ideal. Ansiedad que, o superamos cumpliendo con todas nuestras expectativas, cosa altamente difícil, o solamente puede sobrellevarse con una cosa: paciencia.
El verano se ha convertido en el tiempo donde más y mejor podemos entrenar este don, muy útil para vivir nuestra vida con más calma. Esencial para no agotarnos. Paciencia con nuestros seres queridos, amigos y familia. Especialmente con quienes más tiempo compartimos. Sin paciencia se provocan datos que afirman que tras el verano es uno de los momentos del año donde más rupturas matrimoniales se producen. Paciencia fundamental para comprender que no podemos llegar a todo, ni siquiera en los meses donde la luz del sol más horas nos da. Paciencia que nos haga asumir que la vida de casi nadie es perfecta, aunque en alguna foto lo parezca. Paciencia, incluso, para aguantar esa sombrilla que se dobla con el viento o esa comida que llevamos a la playa y se llena de arena.
Sobre el papel parece fácil. Pero, efectivamente, no lo es. Un atasco, un choque con quienes pasamos más horas estos días, una cola para comprar o un lugar tan lleno que nos impide disfrutar de un rato de paz pondrán a prueba nuestra paciencia. Pequeñas cosas que, a pesar de todo, nos irritan y desgastan.
Sin embargo, como el que coge aire para zambullirse en el agua, si queremos que la angustia no nos atrape, no nos queda otra. Un valor al alza aunque casi nadie, en el tiempo que vivimos, lo destaque. Un valor que es también la entrada a otros que sí que, en parte, a veces se resaltan, como el esfuerzo. Y es que, para esforzarse y ver resultados hay que ser pacientes.
El verano se ha convertido en el mejor tiempo, por tanto, para entrenar este don, que todo lo alcanza. Y, en el fondo, es de agradecer que así sea, porque siempre será mejor hacerlo ahora, entre chiringuitos, algo de descanso y playas, que tener que desarrollarla cuando todo el mundo la tiene de verdad agotada por su rutina diaria.
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