OPINIÓN
Liderazgo, inteligencia y cercanía
Nuestro tiempo requiere ahora de la suma de esas características que encarnaron los tres últimos papas
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Esta columna no estaba preparada. De hecho, había otra escrita que buscaba hacer balance de esta Semana Santa 2025 que, por motivos evidentes, jamás olvidaré. Columna con nostalgia pero que, en honor al año que vivimos, estaba llena de «esperanza».
Sin embargo, el mundo al ... completo tampoco olvidará esta Semana Mayor. Y es que, quien propuso la celebración de ese «año de la Esperanza», el Papa Francisco, nos dejaba ayer, haciendo su última aparición pública el Domingo de Resurrección. Una noticia triste, especialmente para los católicos, pero que forma parte del ciclo natural de la vida tal y como la entendemos quienes profesamos esa fe.
Francisco no dejó indiferente a nadie. Profundizando en su legado, entendemos que llegó cuando tocaba, haciéndolo en el momento en el que las instituciones de todo tipo comenzaron a intentar ser más abiertas y cercanas. Él proyectó, sin ninguna duda, esa imagen para la Iglesia Católica.
De hecho, parece que los tres papas que hemos vivido en el s.XXI tenían las características necesarias para «su momento». Juan Pablo fue un líder internacional indiscutible cuando el mundo necesitaba un rumbo alternativo. Benedicto, por su parte, fue una mente brillante que nos dio pistas para entender cómo caminar hacia la Verdad, aunque ésta pareciera estar escondida.
Nuestro tiempo requiere ahora de la suma de esas tres características que encarnaron los tres últimos papas: necesita de líderes que marquen el camino porque el mundo actual está «reseteándose»; demanda capacidad de crítica y reflexión para no perder el fondo, sabiendo distinguir el bien del mal; y exige, también, estar pegado a la realidad con cercanía y empatía.
Características -liderazgo, inteligencia y cercanía- que, por separado, han atraído a personas, muchas de ellas jóvenes, muy distintas entre sí. Características que, sumadas, unirían más a quienes ya forman la Iglesia, pero sabrían atraer, también, a quienes la ven como algo lejano.
Una idea, que, por cierto, me recuerda a la conclusión que nos deja un año más la Semana Santa y que pretendía plasmar en la columna original. Aunque sea humana, aunque sea imperfecta, cuando ésta encuentra ese «divino» equilibrio entre fondo y forma, su capacidad de atraer y unir a diferentes sin olvidar sus orígenes es impresionante.
Ojalá ese «Espíritu» sepa, como se espera, contagiar la elección que tendrá lugar próximamente. Elección que a muchos tendrá estos días con una parte de su mente paseando entre las calles llenas de historia de una de las ciudades más bonitas del mundo. D.E.P. Papa Francisco y gracias por su servicio.