OPINIÓN
Enganchados
De alguna manera, lo que ayer vivimos, también es «política real» y está relacionado con las infraestructuras y con la planificación
Lo hemos visto en películas y series de ficción. Lo hemos vivido con catástrofes y, sobre todo, a nivel mundial con una pandemia en el año 2020. Y aún así, habiendo antecedentes de situaciones caóticas, cada vez que una pieza del puzzle no encaja, casi ... todo se desmorona.
Al igual que la semana pasada la temática de la columna cambió por el fallecimiento del Papa Francisco, en esta ocasión, de nuevo, un suceso inesperado cambia el contenido de estas letras. Y es que esta semana, tocaba hablar de cosas que afectan, de verdad, a nuestro día a día: de infraestructuras, y concretamente, del déficit de planificación y de ejecución de éstas que sufrimos en nuestra provincia.
De alguna manera, lo que ayer vivimos también es «política real» y está relacionado con las infraestructuras y con la planificación. Durante varias horas una parte del mundo a la que pertenece España, se detuvo. La gran mayoría estuvimos horas sin luz y, prácticamente, incomunicados.
De esa situación salen varias reflexiones que tienen, en parte, como decíamos, relación con la falta de planificación. La primera es, tal y como ocurrió con la pandemia y como ha pasado con otros hechos inéditos ¿por qué no hay una previsión y protocolo común conocido ante emergencias de este tipo? En un mundo tan digitalizado y dependiente de la tecnología y electricidad… ¿nadie había pensado que algo similar pueda ocurrir en algún momento? En segundo lugar, ¿por qué en este tipo de situaciones nuestro Gobierno central suele reaccionar tan lentamente, tan mal y trasladando tan poca confianza?
Saldrán en estos días de debajo de las piedras expertos en electricidad y energía que diagnosticarán el origen de este caos y posibles soluciones. Habrá quizá, de repente, multitud de propuestas e iniciativas políticas para que estas situaciones tengan menos impacto. Y todo eso estará bien.
Sin embargo, lo que estaría mejor es que, sobre todo, desde ciertos sectores de la acción política, comiencen a «desengancharse» de debates que no aportan nada y se conecten, de una vez, con la «política real», para que este tipo de situaciones no nos cojan casi siempre con el paso cambiado y nos hagan ir a rebufo. Estaría bien conectarnos y engancharnos a aquello que, de verdad, influye en la vida de las personas, como lo que vivimos ayer. Y que, de nuevo, se quedará marcado en el calendario de todos esos hechos inéditos que, en el último tiempo, por desgracia, no paran de ocurrir y que parece que, algunos, no quieren o no saben gestionarlos correctamente.