OPINIÓN
El derrumbe de la mentira
Una realidad inventada que, desde el inicio de los tiempos, choca con la verdad: que la ideología que muchos creen infalible y superior moralmente, no lo es en absoluto
Aunque haya quien siga sin reconocerlo, cada vez que un lugar se ha echado en brazos del comunismo, el resultado ha sido terrorífico. Cualquier ideología que niegue las particularidades de la persona, aunque se aplique en su totalidad, nunca será buena.
Ninguna idea humana es ... perfecta. Ni siquiera las que, a diferencia del ya citado comunismo, conviven con la libertad individual. A pesar de eso, hay quienes sí creen que su ideología es inmaculada, siendo común esa «superioridad moral» en los entornos de izquierdas. Más allá de lo teórico, en lo tangible, las experiencias de gobierno de «izquierda» en España, han tenido más sombras que luces.
Aunque los gobiernos de Felipe González no fueron totalmente desastrosos, la corrupción y otros problemas los asediaron. Con Zapatero, además del «zapatazo económico» que nos llevó a la ruina, se sembraron semillas ideológicas muy peligrosas que nos han conducido a la polarización actual. Si hablamos, concretamente de territorios como Andalucía, con 40 años de dominio socialista, también encontramos esa tónica donde destacan la ineficacia y los escándalos relacionados, normalmente, con vicios ocultos de poco honor pagados con el dinero de todos. Vicios, por cierto, que en público se condenan con bastante hipocresía.
Esta doble moral y falta de capacidad para hacer las cosas bien, va más allá del partido de la rosa, y normalmente llega a otros, en principio, más a la izquierda. El fracaso de las alcaldías del cambio, así como descubrir que no hay mayor peligro para una mujer que quien se desgañita en una tribuna para supuestamente protegerla, son dos ejemplos.
Llegando al caso de Pedro Sánchez, que supera todo lo anteriormente visto, vemos sintetizadas tres mentiras históricas que algunos votantes, ilusamente creen: la capacidad de proteger a los más necesitados, garantizar las libertades y luchar contra la corrupción. Sánchez se ha mantenido en el poder gracias a esas tres mentiras, pero ni la calidad de vida de los españoles, especialmente de los más necesitados, mejora; él representa un peligro para la legalidad y, además, está cercado por escándalos de corrupción. Tres ideas, tres mentiras.
La de la limpieza, que le llevó al poder, es la que estos días se desmorona más rápidamente. Sin embargo, su votante debería entender que las otras dos son igualmente falsas. No solo en Sánchez, sino, normalmente, en el histórico de los gobernantes que defendían una ideología similar a la que él abandera.
Y ahora, como en un thriller psicológico en su giro final, como en películas como «Los Otros», hay quienes siguen pensando que, aunque todo se desmorone, merece la pena seguir viviendo en una cómoda realidad paralela. Una realidad inventada que, desde el inicio de los tiempos, choca con la verdad: que la ideología que muchos creen infalible y superior moralmente, no lo es en absoluto. Una coartada que sirve, además, frecuentemente, para que algunos la usen en su propio interés creando enemigos ficticios para poder sobrevivir. No valdrá, por tanto, que la mentira sobre la que Pedro Sánchez ha sobrevivido este tiempo caiga por su propio peso, porque la falsedad es mucho mayor y más profunda. Es hora de que, por fin, comencemos a destaparla.