PERSPECTIVAS
Algoritmos
Las redes sociales son líquidas, especialmente, porque el contenido que nos muestran depende de un algoritmo al que, en ocasiones, podemos engañar
En este tiempo que vivimos, una de las cosas más líquidas que tenemos ante nuestros ojos son, sin duda, las redes sociales.
Líquidas no solo porque no vemos con totalidad lo que hay detrás de muchas de sus publicaciones; ni por el poco tiempo de ... media que dedicamos a ver cada una de ellas diluyéndose en nuestras manos en pocos segundos. Son líquidas, especialmente, porque el contenido que nos muestran depende de un algoritmo al que, en ocasiones, podemos engañar.
Alguna vez, por un experimento relacionado con la política, he probado a «engañar» a ese algoritmo en «TikTok» por ser la que más rápido suele creer identificar qué es lo que nos gusta. No ha fallado la estrategia: ha acabado mostrando solo el tipo de contenido buscado, apartando de la vista aquello que quería desterrar.
Instagram, en cambio, en los últimos días ha decidido, tras un par de visualizaciones, comentarios y «me gustas» mostrarme sin descanso contenido relacionado con el Jubileo de Jóvenes celebrado estos días en Roma. Cada vez que entraba en ella por unos minutos, veía multitud de imágenes de miles de jóvenes acompañando a León XIV que recordaban a los tiempos de Juan Pablo II.
Miles de jóvenes que, muy seguramente, sean usuarios habituales como yo de estas plataformas de contenido que actúan como un arma de doble filo en nuestras vidas. De hecho, los creadores de contenido digital relacionado con la fe católica han tenido, a diferencia de encuentros anteriores donde no existía esa figura, un papel relevante. He de reconocer que me ha alegrado ir siguiendo el encuentro cada vez que usaba esa red.
Y es que, no siendo seguramente perfectos, como quien escribe esta columna, a veces es bonito recordar que existe un grupo muy amplio de jóvenes que, libremente, han considerado que la fe les ayuda en su vida. Una fe en absoluto impuesta y mucho menos en el tiempo que vivimos, que no debe ser simplemente un escudo de hipocresía, sino un regalo a conservar, porque bien entendida da el mayor de los sentidos a esta vida que, en ocasiones, parece no tenerlo.
Jóvenes que, como el sonido leve en el silencio total, es necesario poner atención para escucharlos, pero que aportan un matiz diferente al concepto de juventud del que algunos creen conocer a la perfección, pero del que suelen olvidar una parte fundamental de la foto. Personas todas ellas de una generación similar, pero distintas entre sí, de diferentes lugares del mundo, con inquietudes variadas pero con uno de los mayores y más potentes nexos en común que pueden existir y que, en países de tradición católica como los del sur de Europa, como España, es esencial para entender lo que somos y cómo nos comportamos.
Cuentan algunos informadores que este nuevo Papa, matemático de formación y filósofo, considera que los sesgos de los algoritmos de la IA y las plataformas de contenido que consumimos son fundamentales para entender el funcionamiento del mundo y del momento actual. Razón no le falta y la prueba, a muy pequeña escala, es que si no hubiese sido por un algoritmo, este artículo no habría llegado nunca a escribirse.
Ver comentarios