OPINIÓN
El reinado de los audios
Los audios nos liberan de la tiranía de la inmediatez y nos permiten seguir en modo multitasking
Vivimos en la era de la inmediatez y la comodidad, y los audios de WhatsApp se han convertido en el símbolo esta tendencia. Siete mil millones de mensajes de voz se envían cada día por esta plataforma, una cifra que ilustra hasta qué punto hemos ... abrazado esta forma de comunicación. Pero, ¿qué revela realmente este fenómeno sobre nuestra manera de relacionarnos?
El audio de WhatsApp se sitúa en un terreno intermedio: es más cálido y expresivo que un mensaje de texto, pero menos invasivo y demandante que una llamada telefónica. Nos permite comunicarnos cuando queremos, sin ataduras de horarios ni la presión de una respuesta inmediata: podemos dejar un mensaje mientras caminamos, cocinamos o conducimos, y el destinatario lo escuchará cuando le resulte más conveniente. La comodidad, en este caso, es la reina indiscutible.
Hablamos sin tener que teclear, transmitimos emociones con mayor facilidad y, si algo no nos convence, simplemente regrabamos. No se trata tanto de controlar la interacción, sino de hacerla más sencilla y menos demandante. Los audios nos liberan de la tiranía de la inmediatez y nos permiten seguir en modo multitasking.
Sin embargo, esta búsqueda de comodidad tiene su lado oscuro. ¿Cuántas veces hemos optado por un audio largo para evitar una conversación telefónica? ¿No es, en el fondo, una manera de mantener cierta distancia, disfrazando la pereza o el cansancio?
Es innegable que la voz añade humanidad a nuestros mensajes. Como señalan los expertos, el tono se procesa antes que las palabras, y eso nos permite conectar de manera más emocional. Pero la verdadera comunicación requiere reciprocidad, algo que los audios no siempre facilitan.
En definitiva, los mensajes de voz reflejan nuestra preferencia por lo práctico y lo sencillo. Queremos comunicarnos sin complicaciones, pero también sin renunciar a la calidez de la voz. La próxima vez que envíe un audio, pregúntese: ¿lo hago por cercanía o por comodidad? Tal vez la respuesta revele más sobre nuestra sociedad -y sobre nosotros mismos- de lo que imaginamos.