Una maratón a esprint

‒¿¡Cuatro meses aún!? ¡Pero si llevamos ya dos de precampaña!

Así es, atento lector, se va a hacer más largo el periodo preelectoral que el popurrí de una comparsa de La Algaba, pero sobre todo muy intenso, porque hasta que vayamos a las urnas tenemos que pasar un carnaval, un congreso de la lengua y una Semana Santa –sin contar ferias, romerías y fiestas de guardar–, y aquí hasta el último mono va a querer figurar.

¿Que si me imagino a David de la Cruz de acólito, a Bruno cantando en una ilegal o a Ismael tratando de que Vargas Llosa diga 'pisha'? ¡Pues claro! Además me has puesto unos ejemplos que vienen al pelo: De la Cruz tiene el apellido más adecuado, y cara de monaguillo bueno, para ir con el incensario delante de la Vera Cruz; Bruno, para terminar de quitarse la 'jerezanía', podría cantar cuplés de pelo en la callejera de su amigo Cossi; y don Mario, con lo de 'la pichula', seguro que está abierto a nuevas acepciones del miembro viril para la Academia, máxime cuando Ismael está todo el día con él –con el 'pisha'– en la boca.

Pero nos hemos desviado del tema de la columna: yo venía a hablarte de ciclismo, que es lo que realmente me gusta. Sabes que cuando los corredores llegan al esprint no siempre se impone el más rápido, sino el que mejor calcula las distancias. Esa es la clave, además de tener una buena punta de velocidad, lanzar la llegada en el momento adecuado: para eso están los lanzadores, gregarios de los esprinters. Para que me entiendas, Cossi lanzaría a Bruno, que es el que va a disputar la carrera.

Mas cuando llegan 4 o 5 corredores solos, ya sean de una escapada o de una selección de los favoritos, ahí no hay lanzadores que marquen la pauta, ni si quiera especialistas al esprint: entonces juegan un papel fundamental la estrategia y el temple de cada uno. Y, sobre todo, el ser conscientes de sus limitaciones y de las de los rivales, de su pico de velocidad máxima y de cuántos segundos lo pueden mantener sin que el ácido láctico les tumbe.

Recuerda cuando mi admirado Alejandro Valverde ganó el campeonato del Mundo, en 2018. Llegó a la recta de meta con Bardet, Woods y Domoulin. A priori era el más rápido de los cuatro, pero no cabe olvidar que tenía 38 años. Pese a ello, se veía tan superior o quizás responsable de la llegada, que no quería que nadie le sorprendiese ¡y lanzó el sprint a 400 metros!: una burrada y una inconsciencia sostener un pulso tan largo. Pero Alejandro era el mejor y, pese al mal rato de suspense que nos hizo pasar, se impuso a sus rivales.

¿Y qué tiene que ver esto con las municipales? Pues simplemente he hecho una asociación de ideas entre esa batalla tan larga que ya, a cuatro meses (400 metros) vista, han iniciado los aspirantes a la alcaldía y aquél famoso esprint de Valverde. Belgrano lleva un año, desde que presentó su plataforma, de 'rumbas por catacumbas'; los de Adelante, desde hace un mes, han 'desokupado' todo el espacio de Kichi y Teresa Rodríguez-Rubio para que lo 'okupe' Delacroix; y Bruno parece que llegaba tarde, pero ha cogido pronto la rueda del resto gracias al empujón que le han dado Juanma y Feijóo.

No sé si a ellos, a los políticos, este maratoniano esprint se les hará largo, pero estoy seguro que a nosotros, los potenciales votantes, vamos a acabar aborreciendo la clase política y el 28 de mayo, dentro de cuatro meses, puede que vaya a votarles un romano…, como mucho dos.