El turismo es un gran invento

«Desde hace un tiempo a esta parte siento que nos han robado la ciudad a los que la vivimos»

Yolanda Vallejo

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A la España del desarrollismo la vino Dios a ver en bikini y con acento sueco. La España del mantel de hule, con la paella y el Cid Campeador, sabía ya que Tenerife tiene seguro de sol y que sería maravilloso viajar hasta Mallorca, pero ... aún no tenía muy claro qué hacer con el turista 1.999.999, ya sabe, el que se lamentó ‘por bajar tan deprisa del avión. Con su mini pantalón se ha perdido la ocasión…’ que cantaban Los Stop en blanco y negro , -mucho antes de que nuestro alcalde nos llevase al siglo XXI, por supuesto- y que nos visitaba con las mismas credenciales incrédulas de los viajeros románticos, unos y otros excitados por nuestro estilo de vida, tan carpetovetónico siempre. Lo que a nosotros nos parecía normal, viajar en burro o abrirnos la cabeza a pedradas a ellos les parecía ‘so cute’ y nuestros precios, sudados bajo el mismo sol del cambio climático, eran un imán para este polo tan opuesto siempre a los cambios.

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