Las puertas de entrada a este rincón del sur

El muelle es paragidma de que el crecimiento se desarrolla a medida que uno se libera de complejos. Su dinámica es imparable, en línea ascendente, y parece sobreponerse a las crisis y a la temida estacionalización. Cada mes, cada año, cada década, se supera un récord y se establece una nueva marca. Un nuevo aumento de pasajeros este 2019 que termina por delante de Valencia y Málaga, más potentes en éste y otros sectores. El futuro es halagüeño, acompañan los buenos vientos y no se avistan contratiempos en el horizonte, con el reto de convertirse en puerto base de cruceros.

Más modestia se atisba al fijar la mirada en la Parra. Se acometen las ampliaciones previstas y se consolidan los buenos números pero se teme que el enfriamiento anunciado, el ‘Brexit’, la quiebra de Thomas Cook y la pujanza de otros destinos vuelva a hacer temblar sus cimientos como en los años de la crisis.

Su director Iván Rodríguez esboza con mesura las líneas maestras a ejecutar en las próximas fechas. Ya de por sí advierte de que la captación del tráfico aéreo no es competencia exclusiva del aeropuerto, un eslabón más de la cadena. Reforzará el vínculo con el norte de España, consciente de que esta provincia es especialmente sugerente para el destino nacional. Y adelanta la idea de atraer a franceses e italianos, visitantes que marcan Cádiz en su mapa y con los que no se tiene conexión directa.

El turismo es actualmente el termómetro que mide la temperatura y la salud de la economía, y hay que conseguir que con los primeros síntomas, ante el primer estornudo, esta provincia no se resfríe. Será clave para ello mantener fuertes estos pilares, principales puertas de entrada a una de las esquinas de Europa.