El prospecto de la vida

Un prospecto es un papel impreso con letra minúscula que acompaña a ciertos productos y que contiene información sobre su composición, características y modo de empleo

Antonio Ares

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Un prospecto es un papel impreso con letra minúscula que acompaña a ciertos productos y que contiene información sobre su composición, características y modo de empleo. Es una información escrita, con validez de contrato, dirigida al consumidor y en el que se expone sus ventajas e inconvenientes, sus bondades y contraindicaciones, para qué sirve y cuales son las sorpresas inesperadas a las que nos puede llevar su uso.

La vida tienes su prospecto. Como usarla debidamente, sus posibles contraindicaciones, sus interacciones, sus eventuales efectos secundarios, y si me apuran hasta la fecha de caducidad. Lo malo es que ésta está escrita de manera sutil en nuestra nuca, y sólo podemos verlas nosotros, no vale con que nos la cuenten.

¿Que vivir es peligroso? Lo sabemos ¿Que el filo de la navaja es tan sutil que entre la vida y la muerte sólo media un segundo? Lo conocemos ¿Que los peligros acechan por todos lados? Es evidente.

Cada cierto tiempo los medios de comunicación nos alertan de riesgos para la salud. Que si comer carnes rojas muy hechas y embutidos es cancerígeno, que si consumir pescados azules de gran tamaño puede suponer un riesgo de intoxicación de metales pesados, que si no consumimos cinco piezas de frutas y verduras cada día nos tienen destinado al infierno, que hay que andar aunque no te apetezca, que hay que beber más de dos litros de agua aunque no se tenga sed. Ahora es el turno del café. «Un juez de California obliga a Starbucks y a otras empresas expendedoras de café que deben servir la bebida con una advertencia sobre el cáncer». Qué se lo digan a los madrugadores que precisan de ese chute de cafeína para levantar cabeza.

Decía el profesor Grande Covián que no existen alimentos buenos ni malos. Qué todo en su justa mesura, es lo que le da ese toque de salubridad. Algo de lo que ingerimos se puede convertir en veneno o en ungüento de Mirabrás, sólo depende de su insistencia o parquedad. Muchas de las enfermedades que nos acechan tienen que ver con lo que comemos. La tan manida y trasteada Dieta Mediterránea es el resultado de la aplicación del sentido común durante miles de años. De echar mano de los que está a nuestro alcance a la hora de nutrirnos. Sigamos las instrucciones del profesor Balaguer Vintró (‘Mediterráneo y Corazón’) donde se recoge la forma de vivir de una persona curtida a orillas del Mare Nostrum. «Andar diariamente para ir al trabajo. Departir con los amigos en el café local bajo una enredada parra. La comida del medio deberá consistir en verduras y vegetales crujientes y pan embebido en el néctar dorado del aceite de oliva. Una vez a la semana un poco de carne condimentada con tomillo y otras hierbas aromáticas. Una vez a la semana, pollo. Dos veces por semana, pescado fresco. Otras comidas serán legumbres hervidas, sazonadas y condimentadas. A continuación de la comida principal ensalada de dátiles, nueces, almendras y fruta fresca. Algo de vino rojo en la comida. Nunca deberá faltar una pequeña siesta antes de continuar la jornada. Saber manejar los ciclos rítmicos vitales: trabajo y descanso, soledad y sociabilidad, seriedad y risa, rutina y diversión. Asumir las responsabilidades familiares y sociales con la comunidad».

Aunque de aquí nadie sale vivo, siguiendo las instrucciones del prospecto, la vida será más placentera.

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