EL APUNTE

Nuevo ciclo en los astilleros

La entrega hoy del cuarto y último petrolero deja a Navantia-Puerto Real sin construcción naval y con el horizonte en el negocio offshore

Navantia sigue cumpliendo hitos en la Bahía de Cádiz . Precisamente hoy entrega el cuarto y último petrolero de al serie Suezmax al grupo vasco Ibaizaábal. Han sido casi cuatro años de actividad plena en la planta de Puerto Real, que ahora se queda huérfana de construcción naval para orientar su futuro más inmediato hacia el negocio offshore. El relevo de los petroleros lo han tomado dos proyectos. Por un lado, la construcción de veinte soportes para un parque eólico marino en Escocia, que generará 382.000 horas de trabajo durante un año y ocupará a unas 250 personas. Esta obra ya ha arrancado en la factoría. Mientras que el segundo encargo es la construcción de una subestación eléctrica para la noruega Aibel, que se instalará en un complejo petrolífero en el mar del Norte. En esta obra participarán 350 personas entre 17 y 25 meses, lo que supone medio millón de horas de trabajo.

La factoría, además, participa en la fabricación de módulos para las cinco corbetas del contrato con Arabia Saudí, que se construyen en el astillero de San Fernando. El astillero de Puerto Real corta 30 bloques curvos. En la cartera de pedidos existen otros dos encargos militares a la espera de que el nuevo Gobierno concrete sus presupuestos para 2019-2020. Se trata de la construcción de un séptimo BAM, en este caso para servicio subacuático, y dos buques de transporte para el Ejército de Tierra. Parece que el plan estratégico de la compañía y la nueva dirección de Navantia tienen muy claro cómo mantener a flote a la empresa en época de vacas flacas. Para ello activaron el pasado abril el plan de rejuvenecimiento de la plantilla con la salida en la Bahía de Cádiz de 645 trabajadores con más de 61 años y la incorporación de casi 200, la savia nueva, en distintas fases.

Es en este punto donde los nuevos representantes sindicales que salieron ayer de las urnas estarán vigilantes para que los astilleros no se conviertan en una empresa de ingeniería sino que Navantia mantenga el espíritu de constructora naval. El temor que existe en este momento entre la plantilla es que la dirección de la compañía tire por la calle de enmedio y amplíe las subcontrataciones de obra. El tiempo dirá qué futuro tienen los astilleros públicos.

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