Opinión

Hermandad

Ese amor por el culto estético hace que nos vean dentro de mi propia Iglesia de una forma diferente.

Manuel Garrido, Hermano Mayor del Perdón

En este mundo cofrade en el que nos movemos nos gusta mucho hablar de tallas, enseres, bordados, flores y demás ornamentos; ese amor por lo barroco, lo encontramos en nuestras reglas, las mismas por las que nos regimos y por ello procuramos darle el mayor culto a las Sagradas Imágenes de nuestros Titulares, ese matiz entre otros nos diferencia de otros grupos de la Iglesia.

Ese amor por el culto estético hace que nos vean dentro de mi propia Iglesia de una forma diferente. No voy a pedir perdón o disimular mi condición de cofrade, solo pido respeto al igual que yo respeto a otros grupos, obras o caminos. Honramos a nuestros Titulares de la forma que nos enseñaron nuestros mayores. Todo lo que sé e intento poner en valor lo aprendí de mis mayores en general y sobre todo de uno en particular que me enseñó a construir y cuidar el Patrimonio humano de las Cofradías.

De nada sirve tener un gran paso de misterio, un palio mágnifico y para mí el mejor manto que pueda existir… una Cofradía es una congregación de devotos entorno a unos titulares y carece de sentido si no existe una verdadera hermandad. Desde chico me enseñaron que hay que sembrar para luego recoger y que los hermanos y devotos están por encima de todo y todo es todo, menos de los Titulares claro está. Todavía hay algunos que no entienden ese matiz y se quedan en lo superficial. Todos queremos que nuestra Cofradía sea la mejor puesta en la calle y nuestros pasos sean los mejores portados, yo el primero; pero esa parte aunque sea la más visible son solo 8 o 10 horas, el resto, hasta completar todo un año ¿que? De qué te sirve ser estéticamente perfecto durante 10 horas al año si el resto del año en la Casa de Hermandad no existe vida.

Nos debemos aplicar la enseñanza del Papa Francisco, una Iglesia cerrada es una enferma; esto es igual en una Cofradía. La Cofradía que yo entiendo es una Cofradía abierta, -que manía de oler a humedad y naftalina-. Una Cofradía no se puede limitar a la Casa de Hermandad, la Cofradía tiene que estar en la calle y vivir al lado de sus hermanos y devotos. Una Hermandad tiene que rezar cuando toque rezar, colaborar cuando toque solidaridad y estar de fiesta cuando se encarte, hay tiempo para todo.

Otra de las cosas que tengo grabadas a fuego es la responsabilidad. Si das el paso y te presentas para formar parte de una junta de gobierno, recae sobre ti una responsabilidad muy grande, al contrario de los que muchos pueden pensar. Y si eres Hermano Mayor se acentúa un poco más aún por ser la persona quizás más visible de la Hermandad. Tus hermanos te ayudarán en mayor o menor medida, aquí entra en juego que se encuentren valorados y sientan que son el mejor patrimonio de la Cofradía, pero los quebraderos de cabeza son de la Junta.

En Cádiz hay dos o tres Cofradías que el pie de sus Titulares las hace estar un escalón por encima del resto, las otras tenemos que buscarnos las ‘papas’ como podemos. Esos recursos se consiguen trabajando. A más trabajo más recursos y a más recursos mayores objetivos.

La mayoría de las veces, la respuesta de los hermanos y devotos es recíproca al trabajo realizado. Nos quejamos de la falta de respuesta y usamos con demasiada frecuencia el tópico fácil de que Cádiz no es cofrade. Seguramente llevarán razón pero me niego a quedarme impasible ante esta situación. Tenemos que trabajar para revertirla o al menos intentarlo. No me considero ejemplo de nada, ni mucho menos experto en este mundo. Todos los días aprendo algo y muchas veces ese algo me lo dan los ‘novatos’, vienen con otra visión. Una visión distinta a la que tenemos los que llevamos aquí ‘toda la vida’ y que en muchas ocasiones a los de siempre nos cuesta ver por qué se trata de innovar, pero no dejo de entender que el pasado es la experiencia que el futuro perfecciona. El futuro debe contar con una muy buena base de formación y no tener prisa.

La Cofradía debe acoger a todo aquel que se acerque y salvo a la hora de vestir el hábito y poco más, no debe haber diferencias entre hermanos y devotos. Esa es otra de las misiones importantes de las Juntas de Gobierno, convertir a esos devotos en hermanos. A los jóvenes de mi Hermandad se lo repito siempre. Esto es una carrera de fondo. He visto pasar a muchos esprinters que se asfixian a las primeras de cambio y abandonan... hay que empezar poco a poco, hay tiempo para todo y todo llega a su tiempo.

Dentro de mi defensa a ultranza de los hermanos, hay un pequeño reducto que no ve más allá de su propio ego. Son los que el día de la salida empiezan a poner pegas o armar un follón, sin pararse a pensar en qué han colaborado para que estén los pasos aquí montados. ¿Han subido los enseres solos desde la Casa de Hermandad a la Parroquia?, ¿ se han limpiado solos los enseres? y ¿la Casa de Hermandad también se limpia sola? Todo el trabajo tendría que ser realizado sin esperar nada a cambio simplemente por el hecho de sentirse orgulloso de la Cofradía. La imagen que dan los componentes de la Hermandad tanto el día de la salida como el resto del año es tanto o más importante como hacer una salida perfecta y creo que en eso tenemos que esforzamos, en formación. Otro de los debates del que están muy pendientes los cofrades es de la antigüedad. Yo haría una distinción entre la antigüedad cuantitativa y la cualitativa, pero eso sería muy largo de definir. Para terminar, solo pido respeto para todas las Hermandades. A quien no le guste algo tiene la opción de darse de alta y cambiarlo desde dentro.

A todos, que paséis una gran Semana Santa y una Feliz Pascual de Resurrección.

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