OPINIÓN

Al final, sólo nos queda el humor

Escondidos entre la montaña de quienes usaban su palabra para tratar de callar a los demás brotó el humor como arma de unión

Donde hay chiste no cabe comunicación porque se toman palabras de otros. Ésta es una de las muchas majaderías (una palabra que, como el entendimiento en política, se está perdiendo y es una pena) proclama una rama de los psicólogos. Otra, a la que, como ... piensa de igual manera que yo, no tildaré de majadera hasta que alguno de los bandos modifique su postura, cree que es el chiste el culmen del contenido, el que lleva el sentido a un grado extremo al romper las barreras que impone, letra a letra, el lenguaje.

Les confesaré, ahora que nadie nos ve, que tengo debilidad por el humor negro, del que precisa de profetas para enunciarlo y mártires para soportar las réplicas. Mi columna sería una retahíla de bromas de dudoso gusto (sí, incluso más obsceno que el que les llega a usted con constancia semanal) si no apreciara a partes iguales el poder volver a mi empleo y el no tener que visitar el juzgado. Por eso admiro a los que, en un escenario, en un tablao o en un tuit, son capaces de reventar con el humor las férreas fronteras de la ideología, de los prejuicios y de la nueva plaga, lo políticamente correcto. Y que lo hagan por tratar de dotar todo de algo de sentido.

Los resultados de la campaña electoral han sido un territorio abonado para la broma, la chanza, el chascarrillo, el chiste y la chufla. De entre ellos, abundaron los pretendidamente crueles, los ventajistas, los que salieron de las gargantas escondidas para, una vez comprobado que habría un ejército de palmeros, salir a contar lo obvio. Lo malo de estos chistes era que no tenían gracia, ni lo pretendía. También abundaron los furibundos, los victimistas, los que afirmaban que venían a callarlos después de llevar toda la vida gritando. Tampoco, es la pena, tenían demasiada gracia.

Pero hubo excepciones, y es ahí donde puede estar el salvavidas de esta situación. Escondidos entre la montaña de quienes usaban su palabra para tratar de callar a los demás brotó el humor como arma de unión, como lazo de sentido y como eje de un entendimiento al que no nos queda más remedio que aferrarnos. Aunque sea un entendimiento falso, que miente como mienten todo lo que creemos verdad absoluta, sólo nos salvará abrazarnos, para parar el fuego, al humor.

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