Ignacio Moreno Bustamante - OPINIÓN
Entre corruptos y demagogos
Ocurre que cuando el ladrón es un representante público, el pecado se multiplica por mil y ahí PP y PSOE se llevan la palma
Que les corten las manos. A todos los mangantes. Metafóricamente, obviamente. Pero que la Justicia caiga sobre ellos con toda su crudeza. Sin contemplaciones. Sean ministros, presidentes autonómicos, alcaldes o concejales. Lo que está viviendo España en estos últimos años con la corrupción es sencillamente denigrante. Evidencia que aquí quien no corre vuela y todo el que puede mangar, manga. Sin embargo, no son más que la punta de un enorme iceberg. Ahondar un poco más en este problema nos lleva a conclusiones mucho más graves. Ahondar significaría descubrir que no sólo la clase política está podrida. ¿Por qué salen a la luz ahora tantos casos de corrupción de hace ya varios años? Pues porque quienes los consintieron por miedo, por desidia o porque también les beneficiaban, callaron. Y ahora ya no se benefician o, simplemente, perdieron el miedo a perder sus prebendas. Y hablan. El caso de UGT, por poner un ejemplo que nació en Cádiz, lo destapó un extrabajador del sindicato que perdió su trabajo. Y como venganza, sacó del cajón los papeles. Las denominadas fuentes periodísticas, que en muchos casos no son más que simples chivatos. Pudieron hablar antes, pero callaron. Y ahondar aún más nos lleva a comprobar que demasiadas personas, si tienen la oportunidad, se ahorran el IVA en la factura del taller. O no declaran a Hacienda todo lo que tienen que declarar. El mal es endémico. Y de preocupar.
Ocurre que cuando el ladrón es un representante público, el pecado se multiplica por mil. Y ahí PP y PSOE se llevan la palma. Son los que han ostentado el poder durante los últimos 40 años.Son los que han tenido la oportunidad de meter la mano. Otra cosa es que a unos se les pasa más factura que a otros. Que pesan mucho más unos trajes en Valencia que miles de expedientes de regulación de empleo falsos en Andalucía. Porque de esto último se beneficiaba mucha más gente. Exactamente igual que en el caso del clan mafioso de los Puyol en Cataluña. Por eso y porque la izquierda de este país siempre ha sabido rentabilizar mucho mejor el grito en la calle y el ruido mediático que la derecha, un caso del PP vale por diez del PSOE.
Ahora, ese grito y ese ruido se llaman redes sociales. Y ahí los populistas son los reyes del mambo. Están sabiendo exprimir la corrupción en su beneficio de forma fascinante. A la vista está que la jugada les está saliendo perfecta y están consiguiendo votos por millones. El problema es que a este paso vamos a cambiar mangantes por demagogos, trincones por populistas, corruptos por ineptos. Tenemos el tiro desviado. La solución sólo puede pasar por optimizar la lucha contra la corrupción con mejores controles administrativos y más medios para jueces y policías. No por cargarnos el sistema y ponernos en manos de los ‘salvapatrias’ y su moralina. Por ese camino sólo podemos ir a peor. A todavía peor.
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