OPINIÓN

Cátedra 6.0

Entre los contenedores sin uso que podemos encontrar en el fascinante borde amurallado de la ciudad antigua de Cádiz destaca la llamada pérgola de Santa Bárbara

Entre los contenedores sin uso que podemos encontrar en el fascinante borde amurallado de la ciudad antigua de Cádiz destaca la llamada pérgola de Santa Bárbara, entre el Parque Genovés y el Baluarte de la Soledad, un inteligente elemento que en 2012 sustituye con acierto conceptual a la desabrida y alta tapia que segregaba el parque del perfil sobre la mar, ocupado durante muchos años por un destartalado aparcamiento en superficie, lo peor de la operación fue sustituir a éste por un parking subterráneo que no solo deterioró la muralla del siglo XVIII sino que además favorece el acceso de vehículos privados al centro contra toda lógica urbanística y de movilidad, el coche ya pertenece al pasado, ahora reconocido como insalubre y peligroso, por eso en los países desarrollados da paso a un transporte público eficaz, sostenible y no contaminante, si acaso complementado por vehículos pequeños sin motor de explosión a base de combustibles derivados del petróleo. Sin embargo, la opinión pública no reparó tanto en los problemas que el garaje subterráneo generaba y criticó agriamente la pieza de transición entre parque y baluarte. El pertinaz rechazo popular y las malas gestiones mantienen abandonada la obra, condenada a una ruina progresiva que de momento ofrece un lamentable estado de dejadez. Prestigiosos profesionales que la han visitado no entienden ni el desapego popular ni el abandono administrativo.

La pieza contiene un paseo levemente elevado sobre el arbolado y la mar, bajo la cual se producen flujos entre la vegetación y las aguas. También una serie de locales sin uso y en muy mal estado, que se pensó podían alojar tanto equipamientos como pequeños negocios de hostelería y comercio. La imagen que hoy ofrece la pieza resulta deplorable lo cual la convierte en una trasera urbana degradada alejando a los paseantes que disfrutan de la espectacular belleza del perímetro de la fortaleza marina que representa Cádiz. Frente a los que proponen un derribo injustificado, cabría buscar usos viables y necesarios para la ciudad. Tal vez una de las actividades más adecuadas al edificio sea la de lugar de encuentro para el desarrollo de actividades de personas mayores que no solo componen un importante segmento de la propia población gaditana, pues al cual se añaden los viejos que eligen Cádiz como lugar de retiro. Los espacios podrían ocuparse mediante: aulas de investigación y trabajo; salas de exposiciones, de conferencias, de proyecciones, incluso alojamientos.

Los viejos cada vez somos más, en valor absoluto y en proporción, con una esperanza de vida mayor y de más calidad, enfrentados a un largo periodo de jubilación y obligados a una vida ociosa. Es preciso aprovechar la capacidad productiva de los mayores, ofreciéndoles ocupaciones que puedan desempeñar para capitalizar su experiencia y transmitirla a los jóvenes y de esa forma se les otorga un papel activo en la sociedad moderna, como fue habitual en sociedades anteriores a través de los Consejos de Ancianos. El edificio pasarela de Santa Bárbara representa un ámbito ideal para estas actividades, por su accesibilidad peatonal, así como la amabilidad vital que proporciona la presencia de la naturaleza y del mar, espacio mágico para el intercambio de experiencias y conocimientos, como si de los muelles de Itaca se tratara. Quizás la forma de alargar la longevidad sea prolongar la juventud. De hecho hoy día se tiende a mantener entre personas mayores costumbres extraídas de sus propias experiencias juveniles: viajar, volver a la universidad o aprender un oficio nuevo.

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