Inversión para que vuelva la alegría
Los comerciantes han hecho un balance de la campaña navideña en la que el peor parado, sin ellos decirlo abiertamente, es el Ayuntamiento
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Y lo hacen con más fulgor que la iluminación, que no acompañó ni antes ni, especialmente, durante el periodo navideño. Bien es sabido que una iluminación generosa anima a la población a comprar y eso se echó en falta en los barrios y en el centro de la ciudad, en donde las bombillas eran casi una especie en peligro de extinción.
El balance de los comerciantes también pone el dedo en la llaga de la venta ilegal. No vamos a recordar las declaraciones del alcalde en las que decía que entre la Policía y un vendedor sin licencia se ponía del parte del segundo, pero sí hay que subrayar que la vigilancia para atajar este problema llegó tarde y mal a las calles de Intramuros. La presencia de vendedores ilegales supuso una competencia desleal para aquellos que pagan sus impuestos y ven cómo la campaña no va tan bien como habían calculado.
Falló también este año la programación de actividades, que confirmó esa sensación que tenemos muchos gaditanos de que Cádiz ha quedado convertida, poco a poco, en una localidad menor, en la que la falta de actos ilusionantes se asume como una parte más de la idiosincrasia de la ciudad. Cualquier localidad del entorno ha tenido un programa navideño más decente.
Y por último, un problema que asfixia a los comerciantes no sólo durante la Navidad, sino en Semana Santa, verano, Tosantos o cualquier fin de semana habitual. La falta de aparcamientos es un mal ya endémico y contra el que, parece, no se quiere luchar. Quienes pierden, como sucede desde hace años con la carencia de luces, la falta de programa y las ilegalidades, son el resto de gaditanos.
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