Brasil en el corazón

La temida noticia atravesó las conciencias cívicas del mundo democrático cual espada de fuego de un lúgubre ángel exterminador

La temida noticia atravesó las conciencias cívicas del mundo democrático cual espada de fuego de un lúgubre ángel exterminador. Un exmilitar de 63 años, que comenzaba sus mítines disparando un arma de fuego a modo de expresivo gesto contra las libertades y la cultura, ha resultado elegido presidente del país más grande de América Latina que representa a su vez la octava economía del mundo. Mas de 50 millones de brasileños han preferido a Jair Bolsonaro, capitán de extrema derecha expulsado del ejército, cuya propuesta básica consiste en eliminar de la vida política a la izquierda moderada que había gobernado el país durante 13 años, lo cual toma como «designio divino», enarbolando la Biblia y despreciando la Constitución. Este personaje que a la sensibilidad del mundo occidental parece un tipo estrafalario, enemigo de todos los valores consolidados por la civilización, con una campaña violenta cuajada de amenazas, a favor de la tortura y de la dictadura militar, ha obtenido el 55% de los votos emitidos, frente al 45% del candidato progresista Fernando Haddad, un ilustre profesor que ha sustituido en el proceso electoral al ex presidente Lula, encarcelado de forma irregular, cuando aún aparecía como favorito en los sondeos, lo cual ha revelado la implicación de una parte de la Judicatura en lo que parece una trama para abolir el sistema democrático en Brasil. Sergio Moro, el juez que encarceló a Lula, ocupará la cartera de justicia en el nuevo gobierno.

Para algunos analistas, este acontecimiento abunda en la crisis generalizada de la democracia moderna, no es el único síntoma pero resulta alarmante el ascenso de personajes de marcado talante autoritario (el norteamericano Trump, el húngaro Orban, el ruso Putin, el filipino Duterte, el turco Erdogan y el italiano Salvini), mas semejantes a los sátrapas del pasado que a los hombres de estado que protagonizaron la vida política del mundo democrático desde el final de la segunda guerra mundial.

Winston Churchill siempre sostuvo que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos. Al sagaz conservador británico, se le olvido añadir que se trata además de una flor tan preciada como delicada, pese a que pudo comprobarlo a lo largo de su carrera. Poco antes de estallar la segunda gran contienda europea, más de la mitad de los estados se encontraban sometidos a regímenes autoritarios de extrema derecha, como la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini. Poca gente conoce que Churchill fue partidario de intervenir en nuestra guerra civil para evitar el triunfo de otro régimen fascista en Europa.

Pablo Neruda vivió con intensidad el florecimiento y la muerte de la fugaz democracia que aportó a España la Segunda Republica. Sus experiencias quedaron grabadas para la posterioridad en un bello poemario: ‘España en el corazón’, escrito entre 1936 y 1937. Había frecuentado en la Residencia de Estudiantes a muchos intelectuales que sufrieron sacrificio o exilio. El propio Neruda, quien había cedido a Allende su candidatura a la presidencia de la Republica de Chile, padeció muchos años después el final de la democracia en su país.

El triunfo electoral de Bolsonaro pudiera significar un duro golpe contra las libertades en Brasil. También nosotros podemos clamar por nuestros hermanos brasileños, su destino no debe ser tan dramático como los que sufrieron España y Chile, el Partido de los Trabajadores, con el 45% de los electores, sigue siendo una formación muy sólida y puede controlar los excesos de la ultraderecha.

Que así sea.

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