Cádiz, a la cabeza de la violencia machista

Los números asustan. Ya son 38 mujeres las asesinadas en este 2023 a manos de sus parejas o ex. Una cifra que se repite año tras año, sin que se logre frenar la hemorragia. Una sangría inadmisible en estos tiempos, en esta sociedad democrática y occidental. Que un hombre mate a su pareja simplemente por creerse o sentirse superior, por una vil cuestión machista, es una tara de este sistema que debe solventarse cuanto antes. Es muy tarde ya, demasiado tarde.

La provincia de Cádiz está sufriendo un año negro en este sentido. Ayer se confirmaba el crimen en Chipiona. Un varón de 73 años ha matado a su mujer de 63. Una evidencia más de que esta lacra no tiene distinción de edad ni clase social. El machismo es transversal. La vecina chipionera se une a las víctimas de El Puerto, Jerez y La Línea. Son cuatro en ocho meses, más que en toda la Comunidad de Madrid. Más que en el País Vasco.

¿Por qué? ¿Qué está ocurriendo? Pues salvo mensajes pancarteros y lemas que quieren resumir esta compleja problemática en una frase o tres palabras, no se definen con exactitud las causas de cada uno de los asesinatos. Y aunque compartan el machismo como denominador común en la inmensa mayoría de los casos, los detalles complementarios se antojan fundamentales para entender los motivos. Y por supuesto, para hallar soluciones.

Los gobiernos españoles, de uno y otro color, lo están intentando todo. A veces con más acierto, las más de manera errática. Los números muestran el fracaso, porque el culpable es el asesino, pero el problema es responsabilidad de todos. La inversión económica y humana es notoria en seguridad, en castigos, en educación, en publicidad. Y nada.

Sería incomprensible que cada año aumentaran las víctimas de los accidentes de tráfico u otra clase de crímenes, pero asistimos casi ya acostumbrados al reguero de víctimas que deja la violencia machista cada año. Y que apenas menguan. Ayer fue Chipiona, hace poco en Motril. Y mañana (bueno, en realidad el lunes, que coge fin de semana), manifestaciones y minutos de silencio para condenar el asesinato. Del que ya ha ocurrido, y de los que quedan por ocurrir.