OPINIÓN

El sube y baja Mundial

El fenómeno de la migración es un asunto del que no tenemos ni claro sentido, ni sensata responsabilidad

José María Esteban

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Entre amnistías y referéndums se nos van los días y no nos darnos cuenta que otras nacionalidades, también buscan mundos mejores a nuestro lado. Las imágenes son tan comunes en el día a día, que se pierden. Son menos que una noticia más y van perdiendo impacto en nuestras conciencias. Miles de personas envueltas en rojas mantas de la Cruz ídem, se proyectan en modo de anormales procesiones de otras religiones. Nos las encontramos asiduamente en nuestras selectas y exclusivas playas de fina arena y transparentes aguas.

El fenómeno de la migración es un asunto del que no tenemos ni claro sentido, ni sensata responsabilidad. Hoy es el mayor impacto social, por osmosis imparable, para muchos países desarrollados. Sea España, Italia, etc. sea Estados Unidos, o cualquier lugar con desequilibrio bélico o económico, la frontera del cielo se les abre ante sus propios imposibles. La mirada al norte que parece puede solucionar los críticos futuros de muchas personas, es una mirada llena de filtros, mercadeo y vanas esperanzas, pero es la única solución que hoy se les adivina.

Hace unos días, se reunieron sesudos de exteriores de la UE, en la ciudad española que también supo de culturas convivientes. Unos estados reunidos, como los juegos, pero sin entender nada de nada de sus reglas. No paran de seguir poniendo cada vez más, impresentables rayas en los mapas. La historia no perdona, pero ya nadie quiere olvidar. Lo ocurrido en Marruecos presionará más la salida de los parias, y la recién provocada guerra de Israel, contra una indomable verdad territorial, también traerá muchos buscadores de vida. Las guerras se inventan para provocar la huida.

Disponer de cifras nos permite el conocimiento de la escala. Solo una de cada 30 personas, sigue viviendo en los países donde nacieron. Aquí tenemos, según la ONU, unos 6.850.000 inmigrantes, un 14, 4 % de la población actual española. Su procedencia principal es Colombia un 16%; Marruecos un 12%; y Rumania un 9%. Además de los procesos legales, cada año suben atiborradas embarcaciones de vértigo, bien diseñadas económicamente, con ingentes cantidades del maldito contrabando humano. El año que más personas vinieron fue el 2018, con 650.000 personas de manera legal y otras 64.000 de manera ilegal. El número sigue creciendo de manera exponencial. Seguramente el puente con África y otros sitios está más construido de lo que pensamos. Lamentablemente muchos se quedan para siempre en el mar, sin finalizar su ansiado recorrido.

Es evidente que cada vez estamos más empeñados en ampliar la diferencia entre el norte y el sur, es decir entre ricos y pobres. Esa frase tan machacona y lo global, son las causas determinantes que impulsan la salida. Se conoce en tiempo real que vivimos mucho mejor, salvando las diferencias que la historia y el tiempo injustamente transmiten.

Habría que preguntar a Polonia, Hungría y a la cómplice Italia junto con toda la Europa que se dice libre, que no se trata de repartir externos, sino de generar nuevas y auténticas sinergias. Hay que forzar procesos económicos que rompan el desequilibrio entre los dos hemisferios. No con limosnas lavaconciencias o maravillosas, pero impotentes, ONGs, sino con realidades políticas y sociales. Hay que modificar las inoperancias del desarrollo para poder cambiar este desvío humano. No podemos impedir un mundo de mestizaje de sube y baja, pero si trocar la generosidad por estabilidad productiva en sus territorios de origen, para que también puedan ser felices, allí. Difícil reto. Salud.

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