OPINIÓN

Películas de verdad

Vendemos vivir lo más cerca del cielo, pero su cercano rascado se puede convertir en un vertiginoso suspiro que te lleve a él en un soplo

El primer edificio de altura desafiante se proyectó por Le Barón Jenney y se construyó en Chicago allá por 1885, tenía diez pisos y cayó en 1931. Hace unos días se ha terminado de pensar el más alto del mundo de un kilómetro de altura, ... que se edificará en Arabia Saudí. Entre ambos, se han llevado a la realidad miles de aspiraciones soñadas por promotores y arquitectos, para incluir en pocos metros de superficie la mayor eficiencia económica y constructiva en un solo inmueble. Una carrera por un protagonismo incapaz de acompañarse de seguridad. Ejemplos en los desastres no programados como el ficticio coloso en llamas, o los reales del Campanar en Valencia de 14 pisos, la Torre Windsor en Madrid con sus orgullosas 32 plantas, o el penúltimo, en las ocho torres del Wan Fuk Court de Honkg Kong de 31, donde habrá centenas de muertos.

La arquitectura no tiene imposibles, mejor dicho, su construcción ha sido una carrera por conseguir los materiales más resistentes que nos permitan convertir en realidad los inconscientes sueños de nuestros protagonismos mas zafios. Vendemos vivir lo más cerca del cielo, pero su cercano rascado se puede convertir en un vertiginoso suspiro que te lleve a él en un soplo, alentado por falsos materiales a los que les encanta el fuego. Hay una inconsciente manera de construir sin que se acompañe de los obligados planes, no ya de evacuación, sino de salvación posible. No se trata de que dos aviones abatan las bellas torres gemelas, sino de saber como atajar los graves peligros de un colapso y salir antes que la tea te consuma, o se te haya olvidado ponerte las alas para tu salto.

Ojalá se prohíban un día alturas en las que sobrevivir no tenga una coartada para consumir en menos sitio tal cantidad de ganancias. En mi opinión, será obligado construir túneles indelebles y tenaces de evacuación, equipados para un rápido y seguro rescate. Los criterios del proyecto no van por ahí, y los arquitectos somos también los cómplices responsables de estas calamidades. Mientras, sigamos viendo películas de verdad. Salud.

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