Opinión

Un mundo desnudado

Las bombas siguen surcando los arcos celestes, ahora toca Irán, justificadas como siempre en miedos falaces, siempre lejos de Nueva York

José María Esteban

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La débil y anoréxica niña de ascendencia musulmana, de mirada desvaída y triste por lo duro de su existir, preguntaba a su amigo con apenas atisbos de presencia sobre lo difícil de estar allí. Los juegos se sustentaban con el removido polvo y los ladrillos ... rotos de las ciegas bombas que lo machacaban todo. Su niño afín, de faz afilada y misma desnudez, de posible descendencia judía, la miraba con ojos alicaídos y ansiosos, queriendo explicarle lo invivible de aquellas peligrosas tierras. Ambos, sin querer saber de donde procedían, figuraban un mundo de complejas preguntas y respuestas que apenas podían sostener el inmediato e infantil mundo que transitaban. La coincidencia vital nos sitúa en espacios donde es difícil explicar el dónde y el porqué.

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