OPINIÓN

Va llegando el aforo

Los arquitectos tenemos pendiente saber acondicionar adecuadamente los locales para condiciones acústicas que atenúen en parte las estridencias humanas

José María Esteban

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El bar se encontraba hasta los topes. Las voces, aunque sonoras como mandan los cánones mediterráneos, intentaban hacerse entender. Como ondas de Huygens ampliaban su sonoridad cada vez más. La competencia entre los que hablaban bajo y los que chillaban, se convertía en un torbellino ... de alaridos emergentes que hacía imposible disfrutar el calmo y distendido momento. El ejercicio de comprensión mental para asumir el alto umbral de los desencajados decibelios, invitaba a terminar cuantos antes para buscar otro sitio mas amable.

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