Opinión
La llave es un cónclave
La Iglesia Católica sobrevive como ejemplo de constante presencia desde San Pedro, gracias a la discreción de sus representantes
Siempre he tenido la duda razonable de encontrarme unos días más cristiano que católico. Puede ser una paradoja, pero es el sentimiento de mi cultura religiosa, entre el ejemplo de Cristo que alumbra, y la presencia del poder en forma de empresa, aunque persiga la ... espiritualidad de la fe. Supongo que les pasará a muchos de Uds. Hay personas que rigen la Iglesia, como los gobiernos terrenos, que merecen más confianza que otras, y es evidente que la figura del Papa es la realidad que transmite la dirección de la Iglesia Católica. Es ya una larga lista de 267 representantes sucesivos con el recién elegido Leon XIV, en principio, una continuidad de preocupación por lo social. Un Papa que sucede al bondadoso Francisco, ni primero ni segundo, solo Francisco, que ha dejado un espléndido legado en sus acciones, siempre condicionadas por ese entorno fuertemente blindado. La Iglesia Católica sobrevive como ejemplo de constante presencia desde San Pedro, gracias a la discreción de sus representantes, -en algunos momentos, ya lejanos, bárbaros en la lucha del poder-, como ejemplo de elección democrática.
Me pregunto si las últimas elecciones de cualquier tipo de liderazgo civil, siempre en la perspectiva democrática, pudiera imitar los mínimos discursos de sensatez y cautela que nos dan estos cónclaves. Parece que los resultados de varias pasadas de puño y letra anónima, se acomodan más adecuadamente a los mandatos y poderes de futuro, basados en el acatamiento y el respeto.
Creo que las normas electorales, en el caso cardenalicio, se han ido depurando para mejorar el carácter de la obra común, ya con casi mil quinientos millones de adeptos. Las prefiero a las incomodidades de nuestros gobiernos sujetos a tiempos discontinuos y llenos de codicias personales. Comparar genera discordia, y no se puede generalizar, pero supongo que no nos iría peor copiando lo mejor de esas cadencias de mayor templanza, armonía y consenso, aunque con sus servidumbres, para hacer de este mundo uno más feliz. Salud.