Opinión

La inocencia de la especie

«Hoy es ese día: 28 de diciembre. No llega como un recuerdo respetuoso por el dramático acontecimiento, sino que se traduce como la versión más cómica del año»

José María Esteban

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El planeta alimentaba más y más vueltas en sus lentos y seguros recorridos. No había duda en sus caminos. Cada año, a las mismas horas, sus pasos iban por las certeras y sensatas órbitas elípticas. Se situaban puntuales en el mismo sitio, con muy pequeñas ... variaciones. El universo posee leyes, que intentamos interpretar en cada tramo investigado. Superan nuestra capacidad de asombro por su eterna seguridad. Sin embargo, el ser humano, habitante reciente suyo de orden inteligente, cambia continuamente sus hábitos y no se adapta evolutivamente a sus realidades naturales. La humanidad tiende a la mayor inestabilidad. Es como una entropía inevitable, es decir, como la tendencia a un cierto desorden, por más que queramos evitarlo. Es la dura pugna de escalas contrapuestas entre la Tierra y su huésped. Un transitar establecido por las reglas de lo vivo, que, en contraste con la segura y lentas leyes de las mudas y gloriosas estrellas, será siempre cambiante e inestable.

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