OPINIÓN

Hoy es San Felipe

Habría que recordar aquellos dramáticos años donde los atentados copaban la inquietud y las malas noticias casi a diario

José María Esteban

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Estos últimos días, por la fuerza de los titulares, nos hemos enredados de nuevo con la visita, acaso algo furtiva, de D. Juan Carlos, hoy por hoy rey emérito. Compartamos o no dicha situación de retiro y nombramiento, con bondades y servidumbres, el hecho es que es así. Independientemente de su proceder en las últimas etapas de su mandato, no fue, en mi opinión un mal monarca, ya que algunos episodios y avatares en los primeros años del paso a esta débil democracia, sin su magnífico entendimiento con Adolfo Suarez y su personal manera, hubieran sido tiempos más complicados. Habría que recordar aquellos dramáticos años donde los atentados copaban la inquietud y las malas noticias casi a diario. Durante muchos años no nos explicábamos que entonces, con la ansiada democracia ya sin la autarquía, se plantearan mortíferas situaciones de fanáticos, que no sabían utilizar el lenguaje de la paz. Por eso cada vez que sale algo del anterior soberano, lo que nos viene inmediatamente a la cabeza es la proyección e imagen de su hijo Felipe VI, del que hoy es su santo. Hace poco, lo disfrutábamos en Cádiz, a diez escasos metros en su cómplice cajoneo, como otro actuante y natural público del congreso de la lengua.

Hoy miércoles 3, es el día de San Felipe Apóstol. Según las escrituras, uno de los primigenios de Jesucristo. Un galileo de Betsaida, que nació el año 5 de nuestra era cristiana, y murió en el 88, en la ciudad de Hierapolis, hoy Pamukkale, inmediatamente al lado de la legendaria Troya. Para los amigos de las etimologías, Felipe viene del latín, «philo»: amante y de «hipos»: caballo. Podríamos definir el nombre como «amante de los caballos». El atributo para ubicarlo en los cuadros, es verlo acompañado de la Cruz o con una cesta de pan, ya que fue quien se preocupó de la suficiencia en la multiplicación de los panes y los peces. Como apóstol fue el quinto elegido, nuestro rey homónimo, tiene su ordinal siguiente. Pescador primero y luego misionero en Frigia, Grecia y Siria. Es decir, la vida del apóstol Felipe, fue la de estar preocupado, en los mejores destinos de sus seguidores, en este caso en la religión cristiana.

Si nos permiten ciertas consideraciones, la cercana visita del rey en marzo, así como las que habitualmente hace a los recintos militares para despachos o actos de solemnidad castrense, Felipe VI, es al menos un monarca que se gana el afecto de los ciudadanos, por su correcta actitud cuando a ellos se acerca. Lo comprobamos también aquí. Sin entrar en vanas polémicas de ser más o menos monárquicos, o en la dudosa utilidad de por la gracia de Dios, como el apóstol, se nota en él, una sana actitud de humana preocupación, que lo hace más asequible y cercano.

No tenemos muy claro, que seamos más o menos defensores de las monarquías constitucionales, ni siquiera de la republicas o democracias civiles. Los poderes, a pesar de sus modos y el preceptivo cumplimiento de la noble moral y honestidades políticas, son eso: sólo poderes, para seguir siendo más poder. Es su dura inercia e incorregible naturaleza. En el caso del actual rey, esperemos que, aprendiendo del primer periodo de su padre y al liquindoi de sus desafortunados últimos pasos, sobretodo al contribuir, -estamos en el fatídico periodo fiscal-, vea de proceder al menos con la mayor ética y respeto. Incluso en las decisiones futuras, predique más con ver, como el apóstol, si hay suficientes panes y peces para este pueblo, y predique con su trabajo y esfuerzo, la legitimidad y mejores esperanzas de esta gran nación de naciones. Salud.

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