OPINIÓN
Desequilibrio patrimonial
El reciente incendio de la Mezquita Catedral de Córdoba nos recuerda la necesidad de ser más cautos y acompañar el flujo de dinero a la protección y conservación del Legado Cultural
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Iniciar sesiónVivimos un mundo donde las prioridades de los valores de uso, costumbres y Cultura nos dirigen hacia estructuras menos sensibles. Todo cambia. Es el inexorable destino de las sociedades, para mejorar o empeorar. Las comparaciones y generalidades son incómodas, y no cabe duda que hay ... toma de decisiones negativas en las prioridades.
El turismo por un casi exclusivo interés económico, trastoca los valores de la Cultura Patrimonial. Ha convertido la Herencia Común en simple mercancía y ni siquiera transvasa parte de las ganancias para tenerla, como exige la ley, en mejor estado social de revista. Desde hace algunos lustros, comprobamos como en gran parte del mundo y más cercanamente en nuestra región, los sentimientos que procuran la identidad social, se confunden con los de la propiedad privada. El Patrimonio Cultural es un derecho común, principal, y deberíamos atender sus servidumbres al haberlos situado en las listas de su Protección. Decimos esto porque la conservación y restauración de los Bienes Culturales, sean de la categoría que sean, quedan al albur de la sensata o nefasta lucidez de sus propietarios, y aquí entran privados y públicos. Es tanta el ansia de recaudar y la imperiosa tentación de cobros por los disfrutes encauzados, que todo va a la caja común y casi nada a la Tutela Patrimonial. Eso sí, cantar, reír y vestirnos de fenicios o de romanos, nos encanta.
El reciente incendio de la Mezquita Catedral de Córdoba nos recuerda la necesidad de ser más cautos y acompañar el flujo de dinero a la protección y conservación del Legado Cultural. Cuando decimos acompañar nos referimos también a contratar personas que, por su formación debieran dedicarse a cumplir, no solo los preceptos de seguridad y legislación, sino un sencillo sentido común ante el riesgo. Lo ocurrido en Nôtre Dâme, lo de Córdoba, las Médulas, o cualquier otra pérdida evitable, requiere cambiar las prioridades y dedicar mucho más a la prevención, y no tanto a una venta que sufrague espurios gastos devocionales o cabalgatas pasajeras. Salud.
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