OPINIÓN
Rufián golpeó en las conciencias
Su discurso y oratoria es tan potente que lo han convertido en una intervención esperada
Siempre he dicho que para ser buen político, además de ser coherente con tus ideas, debes ser un gran orador. Así fue en el pasado, en la época de los Castelar o Calvo Sotelo. También lo fueron González, Guerra, Suárez y Julio Anguita. Por eso, ... en este siglo XXI, reconozco que tengo un vicio oculto: escuchar los discursos de Gabriel Rufián. En las antípodas de mis ideas políticas, oírlo es un placer para los que nos gusta la oratoria.
Rufián es un genio en esto. En el hablar, pocos políticos hay que lleguen a su nivel. Además, la edad le ha dado templanza para saber lidiar con todos. Por ejemplo, es casi orgásmico ver su juego dialéctico con Vito Quiles. El juego entre ambos es maravilloso, con el influencer parlamentario de ultra derecha atacando con bastante complicidad al político independentista. Y este, Rufián, sin perder jamás la compostura y tirando de humor e inteligencia para regatear las preguntas más incomodas y responder las simples.
Su discurso y oratoria es tan potente que lo han convertido en una intervención esperada. Y en estos días de guerra y violencia brutal en Palestina, esperaba con ansia sus palabras. El resultado fue el esperado, contundencia y equidad. Las cosas por su nombre: terrorismo frente a genocidio. Hablando de los muertos de uno y otro lado y dejando claro algo que no deberíamos ninguno mirar para otro lado ya que las victimas más débiles siguen siendo los mismos: los niños.
La cifra de 15.000 niños muertos se hace una pesada losa cuando el listado cae sobre el estrado como un concluyente puñetazo en las conciencias. Alejado de sus discursos independentista ha señalado a un gobierno español que confraterniza con el gobierno genocida de Israel. La dureza con la que se criticó la ocupación rusa sobre Ucrania se convierte en acto vacío de contenido cuando se trata de enfrentarse al lobby sionista. «La pela es la pela», ya saben, e Israel tiene mucho peso en nuestras economías. Tanto que la muerte sistemática, la violencia diaria y la cultura de la guerra que Israel lleva ejerciendo desde hace demasiado tiempo ya ni nos afecta.