No en mi móvil

Todo tiene un denominador común: la violencia, el dolor y la sangre. En definitiva, la muerte del tercero

Javier Fornell

Cádiz

Los sucesos se agolpan en nuestra retina de una forma excesivamente veloz. Quizá, por eso, en pleno siglo XXI disfrutamos con guerras televisadas en directo, asesinos que recorren calles en motos o accidentes mortales en nuestra propia ciudad. Quizá hemos perdido la empatía por el daño ajeno al confundir la realidad con una película que pasa continuamente frente a nuestros ojos. Solo así se entiende que los dramáticos sucesos que vivimos en estas semanas llenen nuestros móviles.

No importa que no quieras verlo, al final te llegará un video, un TikTok o un enlace sobre el accidente de autobús de la pasada semana, la muerte del joven futbolista cordobés, el asesino de Bruselas, el terrorismo de Hamas asesinando a niños frente a sus padres; o la brutal respuesta de Israel sobre hospitales. Y todo tiene un denominador común: la violencia, el dolor y la sangre. En definitiva, la muerte del tercero.

Tal vez se deba a que estamos en una sociedad muy visual, en la que nos hemos acostumbrado a grandes dosis de violencia extrema. De hecho, hace ya mucho tiempo que nuestros telediarios se han convertido en una suerte de El Caso, cargado de morbo y sucesos en los que se ha perdido el respeto por la dignidad humana. Hecho flagrante fue la 'exclusiva' de TVE sobre la muerte de Álvaro Prieto, que mostró el cuerpo del joven fallecido antes de que la familia conociera la terrible noticia. Pero en Cádiz no nos quedamos atrás y los videos con los dos jóvenes fallecidos en el accidente de bus de la pasada semana volaron por las redes locales.

Morbo y sangre que se confunden con dar la noticia. La búsqueda del click fácil y del aumento de seguidores en redes a costa del dolor ajeno. ¿Quién no ha visto las imágenes de las chicas violadas y asesinadas por Hamas? ¿Y del hospital bombardeado por Israel? ¿O de esa familia que trata de evitar que asesinen a sus otros dos hijos? Desgraciadamente, el morbo puede y las imágenes corren y corren.

Por eso, la noticia de que el Juzgado N. 1 de Cádiz va a denunciar a quienes grabaron y distribuyeron los videos del accidente de bus en el puente es una muy buena noticia. Al igual que nos gusta el morbo, parece que la única forma de aprender es a base de castigo. Y cuando te cansas de decir: «No lo compartas, podría ser tu familia», comprendes que, ante la falta de empatía, la única forma es esa. De esa forma, quizá, logremos hacer comprender que la vida humana no es una película que vemos y olvidamos; que detrás de esos a los que vemos hay nombres reales, familias y dramas que seguirán vivo mucho tiempo.

Pero ahí algo más, una duda que siempre me asalta en estos casos: ¿Qué lleva a un ser humano a coger el móvil antes que dar la mano al necesitado? No comprendo en qué momento hemos olvidado que ante todo debemos tener humanidad y pensar en el otro como si fuera de nuestra propia familia. Yo lo tengo claro: no en mi móvil; no con mi móvil.

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