OPINIÓN
Larga vida al libro
Los lectores siguen acudiendo a su cita anual y el Baluarte sigue ejerciendo de lugar de defensa
Pensaba hablar de trenes, en estos días de retrasos continuados en las líneas del Alvia gaditano, pero no tengo ganas en enroscarme con líos ferroviarios mientras en hay algo que me pesa mucho más. Estos días se celebra en Cádiz la Feria del Libro y ... esa es la única feria que me gusta. Desgraciadamente, este año (que justo debería haber presentado la reedición de Llamadme Cabrón, 15 años después de que viera la luz), me encuentro camino de Valladolid (Oscar Puente mediante y con 2h de retraso mientras escribo estas letras).
Pero aun así, no quería dejar pasar la oportunidad de hablar de ella. En este mundo literario, dónde cada vez más prima la falta de profesionalidad, el libro bajo el brazo y la venta directa, encontrar un rincón tan especial para hablar de este mundo nuestro es más que alentador. Lo hemos visto en la Feria de San Fernando y lo vemos ahora en la de Cádiz. El libro y la literatura interesa. Los lectores siguen acudiendo a su cita anual y el Baluarte sigue ejerciendo de lugar de defensa, en este caso cambiando la pólvora por la tinta y los cañones por los libros.
Desgraciadamente me quedo sin estar, el trabajo manda y a mí me ha mandado lejos. Pero allí habrá muchos buenos conocidos, y no pocos autores de Kaizen Editores: Alberto Puyana, que estrena su «Matacrías»; Eduardo Formanti, con «Algo que callar»; Luis Rossi y su «1895. Reina Regente»; José Manuel Serrano Cueto y «La vida muerta»; y, por supuesto, el gran Rafael Marín con el regreso de Torre en «Los días azules». Como editor gaditano es un orgullo decir que hemos acudido a la Feria con este gran elenco de novedades; pero más aun saber que la locura de Gaditanoir llegará a su segunda edición.
Cuando lean esto, quizá, ya hayan visto el cartel y conozcan las fechas de la nueva edición. Lo que seguramente no sabrán es que Gaditanoir es una locura nacida al calor de un café gaditano, en una charla de tres pandas, que ha terminado por convertirse en una nueva cita literaria gaditana. Así que solo puedo acabar, como acabamos aquel día: ¡Larga vida al libro!