OPINIÓN

Go home, pisha

Se acaba agosto, el mes más tonto del año, y toca volver a la normalidad relativa hasta que nuestros vecinos del norte regresen en busca del paraíso que nosotros vivimos

Se acabó, que diría María Jiménez. Se terminó el verano, las vacaciones, la época de cangrejeras y camisetita de tirante en los hombres mostrando el sobaquillo y dejando escapar los olores. Ha sido un verano atípico, de calor excesivo y excesiva gente en casi todos ... lados. Un verano low cost, en el que se llenaban las playas de bocatas y los bares de mesas vacías; pero verano, al fin y al cabo. Por suerte, se acabó. Toca volver a casa, a la rutina diaria de cada cual.

A los de aquí, se nos permitirá el paseo tranquilo, escuchando ese andaluz cantarín de nuestro acento patrio. Más suave, más amable, que el del norte de esta España nuestra sumida en el caos pre electoral. A nuestros vecinos de verano les toca regresar a sus hogares y echar de menos la calidez de nuestra provincia, nuestras puestas de sol, nuestra gastronomía y nuestra forma única de vivir la vida.

Una vida que sigue con el regreso a los trabajos. Con el fin de las vacaciones vuelve la rutina de las oficinas, de los niños yendo al cole de la mano de sus abuelos —que volverán a ser los salvadores de muchas familias—. Volveremos también a la rutina en la calle, a encontrar huecos en los bares y algún que otro aparcamiento. A poder pasear sin toparnos con despedidas de solteros y niños (y no tan niños) con sus camisitas blancas y sus pantaloncitos de lino. Volveremos a sentir nuestras costas nuestras, a la paz y la tranquilidad de una provincia que se aleja de las aglomeraciones cuando vuelve el invierno.

Toca desperezar a España. Se acaba agosto, el mes más tonto del año, y toca volver a la normalidad relativa hasta que nuestros vecinos del norte regresen en busca del paraíso que nosotros vivimos. Por eso, estos días son agridulces, mientras los que odian el turismo suspiran aliviados con un «go home, pisha»; otros preferimos ser cordiales con un «hasta el año que viene, illo» sabiendo, como sabemos, que solo los privilegiados tienen la suerte de vivir en el rincón español más amable, más humano: Cádiz.

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