OPINIÓN

Falsa navidad

Hace dos días salíamos a la calle para gritar en contra de la amnistía y ahora saltamos cargados de ilusión bajo una nieve ficticia

La navidad es ese periodo de tiempo que abarca desde el Black Friday hasta las rebajas de enero. No hay duda, solo hay que mirar nuestras calles para darse cuenta de que cada vez comienza antes la parte lúdica – compradora. Ya se sabe que los ... reyes de oriente buscan en el rey del occidente amazónico muchos de los regalos que traerán por el aun lejano 6 de enero. Y para evitar que los magos se vayan al mundo virtual, el comercio local tiene que buscar la fórmula mágica que los traiga de vuelta. Y lo hacen a modo de luces y de árboles (si esas cosas de hierro se pueden llamar árboles)

Por supuesto, yo no estoy en contra de la navidad, aunque siempre haya sido un poco grinch. Pero lo que sí me saca de quicio es la prontitud con la que se están adelantando los plazos. Hace ya mucho que tratamos de adelantar todas las etapas de la vida, como si fuera una carrera hacia delante en la que nada importa. Lo vemos en los más jóvenes, que saltan de la inocencia de la infancia más tierna al botellón, olvidándose de la adolescencia; pasando de jugar con los playmobils a coquetear con las drogas; dejando de ser niños para ser adultos sin formación.

Y pasa con las temporadas anuales. Las campañas pasan rápidamente, de otra una a otra, sin dejar tiempo de descanso. Y digo campañas ya que muchas van vinculadas al gasto: la temporada de vacaciones y viajes; el Black Friday, las rebajas, las navidades cada vez más capitalistas. Eso es lo que somos: meros números en las cuentas ajenas. Un número que hace click en la macroeconomía para dar datos ficticios de crecimiento económico mientras las sacas cada vez están más vacías.

Hace dos días salíamos a la calle para gritar en contra de la amnistía y ahora saltamos cargados de ilusión bajo una nieve ficticia. A cuarenta días de las verdaderas navidades algunos ya están hastiados de Mariah Carey y sus villancicos; y eso que Leticia Sabater aun no ha perpetrado su crimen contra el mal gusto. Entonces, ya sí que será navidad plena. Como las dos ¿divas? En eso se ha quedado la navidad: un juguete plastificado que ha olvidado su verdadero fin: llenar de ilusión a los críos recordando el nacimiento del Niño Dios.

Ahora esa ilusión se mide en número de bombillas leds y altura de armatostes de hierro. Se mide en el teléfono más caro que llegará la noche del 24 de diciembre; el mejor regalo, el más caro; el mayor gasto. Pero todo esto tiene un problema, el espíritu de la Navidad pasada siempre puede volver a recordarnos que el de las futuras será cada vez más triste, más materialista, menos familiar, menos real.

La magia de los magos de oriente se apaga según se desarrolla una Navidad convertida en campaña promocional de las grandes y no tan grandes cadenas comerciales. Una excusa más para consumir, con un extra peligroso: muchos van más allá de lo que deben, más allá de lo que pueden. Hasta que llega un momento que el saco mágico del banco dice basta y la tarjeta se convierte en una bola que apresa el futuro.

Pero seamos positivos, quizá, algún día, la Navidad vuelva a comenzar en diciembre.

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