SIN ACRITUD

Sur y norte

Resulta imposible cambiar la forma de pensar de quien lleva siglos sintiéndose superior, pero en ningún caso debemos callar

Le ha caído la monumental al alcalde de Bilbao por decir que no quiere que su ciudad se convierta «en un pueblo del sur del Estado en el que no se tenga respeto a la Policía Municipal o a la Ertzaintza». Normal. Sus palabras denotan a las claras lo que piensa cualquier votante del Partido Nacionalista Vasco o de Junts per Catalunya: el sentimiento de superioridad del norte independentista con respecto al sur, rayano en el racismo. O racismo directamente, aunque no seamos negros zumbones. Luego ha pedido disculpas, cómo no. A ver qué remedio. Pero eso no significa que no siga pensando lo que lleva pensando toda su vida. Que la gente del sur es inferior a la del norte. Ya en su día Jordi Puyol -representante supremo de la corrupción política sistémica- nos llamó «bestias». Nada nuevo bajo el sol. Eso sí, esta vez tiene un componente aún más grave. Lo dice el alcalde de una ciudad en la que hasta hace muy poco a los policías municipales y a los ertzaintzas no sólo no se les respetaba. Directamente se les mataba. Y para acabar con sus asesinos muchas personas nacidas en el sur de España fueron determinantes.

Resulta imposible cambiar la forma de pensar de quien lleva siglos sintiéndose superior. Y los de aquí abajo -abajo únicamente desde un punto de vista geográfico- no podemos ni debemos callar cada vez que uno de estos supremacistas saca a pasear públicamente lo que sin duda repite continuamente en privado. Lo cual no significa que los 'sureños' no seamos conscientes de nuestros problemas. Que los tenemos. Y muy variados. Es cierto que de un tiempo a esta parte, por ejemplo, se está perdiendo el respeto a la autoridad. Lo hemos visto en Jumilla, que para uno de Bilbao también es sur sur. Y llevamos mucho tiempo viéndolo en los municipios que han sido 'tomados' por los narcos. Ese respeto se pierde porque la autoridad no tiene los medios suficientes para hacerse respetar, lo cual es culpa directamente de quien no los pone a su disposición. En este caso el ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska. Un inepto. Del norte. Del mismo Bilbao, como Juan Mari Aburto.

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