SIN ACRITUD

El renacer de Isabel Celaa

Ahora resulta que la ex ministra de Educación –recuerde su mítica frase «no podemos pensar que los hijos son de los padres»– es la embajadora de España ante la Santa Sede

Ignacio Moreno Bustamante

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Ha tenido que morir un Papa para que renazca en nuestras vidas la figura de Isabel Celaa, la insigne ex ministra de Educación en el primer mandato de Pedro Sánchez. Por lo visto ahora es la embajadora de España ante la Santa Sede. Y nosotros sin enterarnos. Ha debido llevar a cabo aquello que llaman una 'labor callada'. Tan callada que ni lo sabíamos. La nombró su colega de Exteriores José Manuel Albares. Pedazo de puerta giratoria tamaño Arco del Triunfo. Esta semana, en una entrevista en Canal Sur Radio, aseguraba que ella no era quién para comentar nada sobre la ausencia de Pedro Sánchez en el funeral del Papa Francisco. Pues si la embajadora no es nadie, ya me dirá usted quién lo es. Lo que sí decía es que la relación del presidente con el Pontífice era excelente y que Pedro Sánchez le tenía un «afecto profundo». Pues mire usted, señora embajadora de España ante la Santa Sede, cuando muere alguien a quien se le tiene un afecto profundo, uno acude a su funeral a mostrar sus respetos. Más si es presidente de un Gobierno. Más si quien fallece es el Papa de Roma. Más si se tiene un Falcón que te deja en la mismísima puerta del Vaticano. No hay excusas, aunque Celaa trate de inventárselas. Cualquier cosa vale menos reconocer que su jefe no puede ir a ningún acto público sin que le abucheen. O lo saquen a palazos, como literalmente ocurrió en Valencia tras la dana. Ahí quedó perfectamente retratado tras salir por patas mientras los Reyes aguantaban el tirón. Desde entonces no se ha vuelto a dejar ver en público junto al Rey, porque se le ven las costuras. Nada de eso lo comenta la ex ministra de Educación. Isabel Celaa. Qué grande. Suya fue aquella magnífica frase de inolvidable recuerdo: «No podemos pensar de ninguna manera que los hijos son de los padres». Pues nada. Para ella. Que los atienda cuando berrean por la noche, a la hora del baño, que los lleve a las actividades extraescolares y al pediatra cada vez que tengan mocos.

En realidad Celaa iba a tener poco trabajo. Cada vez hay menos niños, como ha vuelto a evidenciarse con los datos de escolarización para el próximo año. Solo en Cádiz capital se han quedado sin cubrir la mitad de las plazas ofertadas. Hubo un tiempo, relativamente reciente, en el que había muchísimos más alumnos que pupitres disponibles. Sobre todo en los colegios preferidos por la mayoría de padres, que son los concertados se pongan como se pongan los de la marea verde. Falsos empadronamientos, denuncias, detectives... cualquier barbaridad que se le ocurra la hacían los padres por lograr una plaza en el centro deseado. Ahora nos sobran plazas. En el Colegio Gadir ni un solo niño matriculado. Y como siempre, desviamos el tiro. Centramos la atención en el asunto equivocado. Que si la enseñanza pública, que si el cierre de aulas... Si la mayoría de los padres prefiere la concertada –que es accesible para todo el mundo por igual y totalmente gratuita– y hay la mitad de niños, la solución es facilísima. Se cierran aulas en los públicos y no pasa nada. Nada más allá de los problemas estrictamente laborales del sector de la enseñanza, que es lo que de verdad les importa a los activistas, no los alumnos.

Pero el problema de verdad, el que nos afecta a todos como sociedad, es que aquellos que están en edad de procrear no lo hacen. Causas hay muchas, obviamente. Y una de ellas, quizá la más importante, es que los jóvenes no cuentan con las condiciones económicas para ello. Sin embargo no es el único, porque apreturas siempre ha habido. Desde la posguerra a hoy. Hay también un cambio cultural. Un vuelco en las prioridades vitales. Si tienes hijos es mucho más difícil viajar, disfrutar de tiempo libre, del ocio... y en esta sociedad superflua y un tanto frívola que se nos está quedando, eso pesa mucho. Sea como fuere, tenemos un problema muy serio con la natalidad. Un dilema que requiere consenso, política de altura, planes laborales a largo plazo, construcción de vivienda asequible... Todo un reto por delante. Pero bueno, que lo afronte quien lo tenga que afrontar. Al fin y al cabo, no podemos pensar de ninguna manera que los hijos son de los padres. Isabel Celaa, esa ex ministra.

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